Capítulo 70 "Él Nuevo Reth"

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A una semana fallida de su matrimonio, no había paz para ninguno de los dos, tanto Reth como Astrid se habían sumido en mundo de dolor que parecía no tener fin, varias veces Astrid había intentado hablar con Reth, disculparse, aclarar las cosas, pero la respuesta siempre era la misma, no contestaba sus llamadas ni le abría la puerta por mucho que esta tocará.

Sentado en el sofá Reth observaba por la ventana caer la lluvia, eran las tres de la tarde y el invierno parecía no dar tregua al igual que su sufrimiento que día a día crecía junto con su rencor.

—Se te acabo el tiempo Reth, —Dijo una voz a sus espaldas interrumpiendo el silencio que había en la enorme casa—.

—Que puntual resultaste ser Lucifer, —Respondió sin siquiera mirarlo—.

—Ser puntual es una de mis grandes cualidades, pero no es de eso de lo que he venido a hablar.

—Lo sé.

—Bien, entonces, ¿cuál es tu decisión?

—Acepto el trato, pero con una condición.

—¿Cuál?

—Quiero dejar de sentir amor por Astrid, ¿puedes hacer que eso pase?

—Yo lo puedo hacer todo, si es lo que quieres lo haré, luego de esta tarde ya nada volverá hacer como antes Reth, si aceptas este trato ya no habrá marcha atrás, tu inmortalidad te será devuelta y en un mes se hará la ceremonia para que ocupes mi lugar, —Se acercó hasta él y puso su mano sobre su corazón—, de verdad te está matando, pero puedes estar tranquilo, después de hoy no volverás a ser el mismo, —Afirmó al sentir su dolor—, ahora no dolerá más, —Fue lo último que escuchó decirle antes de caer sumido en un sueño profundo causado por Lucifer—.

Escuchó entre sueños que golpeaban la puerta de la casa y despertó con una sonrisa al saber quién era, miró el reloj, eran las siete de la noche y afuera llovía a cantaros, el frío era casi insoportable, aunque él ya no lo sentía, se levantó de la cama con los jeans que traía puesto y dejó su torso desnudo, bajó por las escaleras y abrió la puerta encontrándose con una Astrid que estaba empapada por la lluvia y empezaba a tiritar del frío.

"Sintió una enorme emoción al ver que Reth atendía a su llamado, llevaba varios días buscándolo y tratando de hablar con él, no quería perderlo, lo recorrió con la mirada buscando la calidez que sus azules ojos siempre tenían con ella, pero no la encontró, su mirada se veía fría y vacía, notó que se había cortado el cabello y podía jurar que habían más tatuajes en su cuerpo.

—¿Te quedarás mirándome?, ¿o me dirás a que viniste?, —¿Preguntó haciéndola reaccionar? —.

—Reth, ¿podemos hablar?, —Contestó con otra pregunta—.

—Claro, pasa, —Replicó tomándola por sorpresa—.

—¿Lo dices en serio?

—Sí, es mejor que hablemos, eso de esconderme no se me da, no me gusta ser inmaduro, así que pasa, —La invitó a entrar—.

—Gracias, —Sonrió sin sospechar lo que le esperaba, la tomó de la mano y la llevó hasta el cuarto con la excusa de darle algo de ropa para que se cambiara—, ¿dónde está la ropa Reth?

—En la cómoda, —Señaló y ella no tardó en abrir los cajones—.

—Aquí no hay nada Reth.

—Lo sé, —Se giró para encararlo y pudo ver como aseguraba la puerta y botaba las llaves por la ventana—.

—¿Qué estás haciendo?

—Nada, solo me preparo para la diversión, —Le guiñó un ojo divertido haciendo que la sangre se le helará—.

—Reth déjame salir, quiero irme, —Pidió asustada sin saber que quería hacerle, su actitud la estaba asustando—.

—¿Irte?, pero si acabas de llegar, además has sido tú quien ha venido a buscarme y ha subido por voluntad a esta habitación, —Intentó acercarse a ella, pero esta se alejó y corrió hacía la puerta tratando en vano de alejarse—.

—Auxilio, —Gritó asustada pensando tontamente que alguien podía ayudarla—.

—Nadie puede oírte aquí, —Susurró en su oído presionándola con su cuerpo contra la puerta hasta dejarla inmóvil—.

—Reth suéltame, —Exigió, pero este hizo caso omiso a sus exigencias, bajó su mano hasta el final de su vestido y la coló tratando de llegar a su intimidad—.

—¿Cuál es tu plan?, ¿piensas abusar de mi para vengarte por lo que pasó?, —Se movió inquieta tratando de zafarse de su agarre—.

—No creo que esto pueda ser considerado un abuso, —Lamió su cuello—, no cuando tú también lo deseas, —La provocó rozando sus dedos por encima de la fina tela que cubría su intimidad—, es por lo que has venido, —Estiró la prenda hasta que esta se rompió y le dio libre acceso al portal de su cuerpo—, has venido aquí porque extrañas mis caricias, —Paseó vagamente las yemas de sus dedos por sus labios vaginales hasta que estos se humedecieron y le dieron fácil acceso—, ¿lo ves?, tú también lo deseas, —Hundió el dedo medio e índice en su interior moviéndolos de arriba abajo y dando rotaciones circulares con el pulgar en su clítoris para aumentar el placer—.

RETH "Capítulo 2 Obediencia" (TERMINADA)Where stories live. Discover now