Duodécimo | Reunión

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Convencer al elfo de que le diera el relicario había sido difícil, demasiado difícil.

Ese día no se apareció en la mansión Black por miedo a que las protecciones lo sacaran volando, tuvo que usar parte de sus 'Nuevos poderes' al ser maestro de la muerte y viajar por las sombras. Era la primera vez que lo hacia desde que Muerte le enseño en su pasaje mental cuando estuvo, bueno, muerto. La sensación fue tan gratificante que era por mucho su método de transporte preferido.

El elfo al verlo había iniciado una batalla bastante dura, le enviaba cuantos muebles estaban en la habitación y el no era muy paciente ahora que digamos, solo detuvo cuando Harry hablo/grito el nombre de su antiguo amo. Regulus.

Eso calmo al viejo elfo un poco, Harry solo rogaba a Merlín y a Morgana porque le diera el guardapelo y salir de ese lugar de inmediato.

Le costó casi el sábado completo en razonar con el anciano, al final le había otorgado el guardapelo con la promesa de que lo devolvería cuando ya no tuviera 'la magia' como la creatura decía y él iba a cumplir la promesa. Había decidido que el objeto en que guardaría todos los fragmentos del alma de Tom seria la copa.

Para fin de mes ya contaba con tres objetos: el guardapelo, la diadema y la copa; ellos estaban resguardados en su baúl en un compartimiento secreto que solo abría con contraseña la cual había puesto en pársel.

Otro tema era Draco Malfoy. Le había mostrado su capa con la cual fueron a la cámara de los secretos y desde ese día le exigía que lo llevara mas seguido. Cuando supo que para entrar era necesario ser un hablante de pársel la admiración – Que el rubio ya sentía por Harry, aunque lo negara – Creció más, mucho más. Hasta cierto punto eso lo desesperaba.

Se repetía mentalmente una y otra vez "Solo tiene once años" cada vez que Draco quería hacer uno de sus berrinches para que lo llevara al 'Santuario de Salazar' como él lo había llamado, aunque muy en su interior le gustaba llevarlo, era un Draco completamente diferente allí abajo, un Draco sin mascaras que le había agradado mas que él estudiante de primer año con quien compartía habitación.

La semana paso de manera lenta, Granger había vuelto y de alguna extraña manera ahora se veía muy seguido con el Weasley menor, al menos ya la comadreja no lo buscaba por los pasillos en busca de un duelo y esperaba que así se mantuviera, el humor que tenia no iba ayudarle a no maldecirlo.

El sábado en la mañana Severus le indico que después de almuerzo irían a San Mungo, el estomago de Harry estaba algo inquieto por eso y solo comió un poco para poder tomar la poción. Aun había días en que la comida simplemente no pasaba y Draco le empujaba a su plato raciones pequeñas pero que lo alimentaban, siempre que lo veía molestaba al rubio diciéndole que era una mamá gallina.

Ahora ambos estaban ahí, Harry ya no podía irse para atrás y no recordaba estar tan nervioso antes. ¿Qué pasaría? ¿Sirius hechizaría a Severus apenas cruzaran la puerta? ¿Iba a gritar y a golpear a su tutor? Por Salazar estaba asustado, puede que el animago se lea maduro en las cartas, pero de frente puede ser una historia diferente.


Severus noto el nerviosismo de Harry, él mismo estaba nervioso, no lo iba a negar. No sabia que esperar de esa reunión y ciertamente por él ni siquiera estaría presente pero ahora debía velar por el menor.

Dándole un leve apretón en el hombro a Harry toco la puerta esperando a que le dieran la orden de entrar, no estaba listo y notaba que menos su ahijado, pero cuando escucho el "Adelante" se obligo a si mismo y al menor a entrar.

Lo primero que vio al abrir la puerta fue a Remus Lupin, Merlín. ¿Hace cuanto no lo veía? El hombre lobo se veía enfermo, estaba delgado, pero con una sonrisa en su rostro, ciertamente él era el único a quien podía soportar de su grupo. Lo segundo fue Sirius Black.

Maestro de la Muerte || Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora