Salgo de la oficina y voy su departamento con una sonrisa en los labios, intentando parecer lo más natural posible, pero es que después de un mes fuera de la ciudad, había comenzado a extrañarlo y estaba ansiosa por verlo.
Llego a su edificio y el portero me deja entrar. Me dirijo hasta su piso y cuando estoy por llegar a su puerta, justo antes de doblar para ingresar a su pasillo, lo escucho conversar con Claudia, su vecina. Iba a asomarme y saludar cuando escucho mi nombre, por lo que me quedé escondida escuchando.
— Por favor, no creas que no he notado las miradas entre tú y ella.
No la veía, pero sentía un dejo de burla en su tono de voz. Maldita estúpida, todo porque quería tirarse a Marc.
— No hay nada entre Annie y yo, no podría sentir nada por ella.
Sentí un nudo en mi garganta y escuché mi corazón romperse. Intento asomarme para ver algo del pasillo en el que se encuentran, alcanzo a ver de manera difusa sus siluetas, pero incluso así sé que están demasiado juntos para ser solo buenos vecinos.
— Marc, que nos conocemos, no soy tonta - insistió la morena - he visto cómo te comportas con Annie, lo vuestro es más que una simple relación platónica.
— Claudia - se escuchaba serio - Annie no es nada serio. No tenemos nada en común, estamos en dos momentos muy distintos de nuestras vidas y no quiero volver a hablar de esto.
No sabía qué hacer, por un instante pensé que podría ser su forma de desviar la atención de lo que teníamos, pero debía ser honesta conmigo misma, esta no era una relación oficial y nunca lo sería. Llevábamos bastante tiempo en esto que teníamos, pero cuando yo hablaba de hacerlo serio, él se iba por la tangente. Las alarmas siempre estuvieron ahí y no quise verlas. Yo había involucrado mis sentimientos, pero estaba claro que él no se sentía de la misma manera.
Me tragué el nudo en mi garganta, enderecé mi columna y me devolví sobre mis pasos haciendo mi camino hacia las escaleras. No iba a llorar, al menos no aquí, no le daría en el gusto a ninguno de los dos. Me retiré en silencio de allí.
Al llegar a la entrada del edificio el conserje me observó confundido.
— ¿No lo encontró señorita? Podría jurar que estaba en casa, pero si gusta puedo llamar y dar aviso de su llegada.
Hace un ademán de tomar el teléfono en su mesón y yo niego rápidamente.
— No se preocupe, se encontraba un poco ocupado, pero ya hablé con él asique volveré en otro momento.
Su mirada indicaba que no me creía nada, pero no iba a contarle la triste historia de mi vida amorosa al conserje de Marc, algo de dignidad quedaba en mi ser.
Rodea el mesón y se acerca preocupado. No sé cuál sea mi aspecto en este momento, pero estoy segura de que debo causarle lástima al hombre frente a mí.
— ¿Se encuentra usted bien? ¿Necesita que le llame un taxi?
— Si... no - el hombre me mira confundido - digo, estoy bien. Muchas gracias por todo, que tenga una buena noche.
Salí del edificio intentado que las lágrimas no corrieran por mis mejillas, no era un gran plan llorar por la calle de camino a casa.
Llegué a mi hogar y lancé la cartera en el sofá. Había pasado más de media hora cuando me llegan mensajes suyos en Whatsapp.
•Annie...
•Jorge me dijo que viniste a verme, pero luego te fuiste
•Creo que escuchaste una conversación que... no es lo que crees...
