The Last One

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Daniela sale del baño con una toalla cubriendo su cabello rizado. Suelto una risita cuando me muestra sus manos de un color fucsia casi tan rojas como el sencillo suéter rojo italiano que traigo puesto.

- ¿No tenías que ponerte guantes antes de tinturarte? - dejo de mirarla para terminar de anudar los cordones de mis botines negros. Suelta un bufido dramático.

- Para que veas que tu amiga es una bruta y olvidó comprar los benditos guantes - se queja mientras busca en su tocador - ¿Dónde diablos están las toallitas desmaquillantes? - me río de su desgracia.

- Las llevaste al baño antes del desastre - me encojo de hombros tomando mi teléfono en mis manos - de todas formas, ¿por qué se te ocurre tinturarte justo hoy? Debemos estar allí en hora y media, y todavía te falta vestirte y maquillarte. Ambas sabemos que no estarás lista.

- Llegaremos a tiempo, verás que sí.

- Si tú lo dices...

Mi amiga se para frente a mí con las manos en las caderas. Me mira con indignación y me veo tentada a soltar una risa, pero un destello de color hace que mis ojos vayan rápido a su torso, haciéndome ahogar un jadeo cuando veo como sus teñidas manos dejan huella en la camiseta blanca que tiene puesta.

Vaya desastre.

- Esto... Dani...

- ¡¿Qué pasa ahora?! - cruza sus brazos y no necesito verlo para saber que aquella zona también quedará manchada. Señalo su prenda sin decir ni pio - ¡MIERDA! Ay no, ¡mi camiseta favorita!

Muerdo mi labio intentando ocultar lo irrisorio que me parece todo el asunto y me paro a rebuscar en su armario. Encuentro una camiseta negra y se la tiendo.

- Anda, trae, que la lavaré antes de que se impregne por completo, ponte esto mientras terminas de limpiar tu mierda y arreglarte.

La reciente pelirroja hace caso con rapidez y así mismo me dirijo yo a la zona de lavandería que tenemos en el departamento. Paso por la cocina y coloco un poco de lavalozas en las manchas, refregando con avidez. Repito el procedimiento con detergente para prendas delicadas. Solo espero que esto resulte.

~ ~ ~ * ~ ~ ~

Dos horas, dos benditas horas y media después recién estamos saliendo de nuestro edificio. Nos despedimos de Jaime, el hombre que se encarga de cuidar la entrada. Acomodo mi abrigo negro anudándolo con el cinturón que va en mi cintura. Llevo mis ondas miel hacia la parte delantera de mi torso y arreglo mi pequeña cartera. Daniela hace lo propio con su abrigo. El frío ya se hace presente en el ambiente nocturno.

- Bren, ¿Puedes revisar si los chicos han dado señales? - asiento en silencio y hago lo que me pide, revisando el grupo de whatssapp con nuestro grupo de amigos del colegio.

- Martín ha dicho que llegará en 15 min, su hija no quería dormir y le tocaba a él esta noche.

- ¿Qué hay del resto? - subimos a un taxi para llegar a nuestro destino.

- Camila sigue sin dar señales de vida, supongo que es un "no quiero saber de ustedes". Pato acaba de poner de excusa que tiene un examen del máster mañana - ruedo los ojos porque siento en el fondo que es una mentira.

- ¿Alex? - no paso por alto el tono divertido de su voz - ¿Ha dicho algo?

- Aun nada.

- Tenía un compromiso familiar antes de esto - me recuerda y yo asiento - ¿Quieres verlo?

Mis ojos entrecerrados voltean a verla. Daniela suelta una carcajada estruendosa arrancándome un bufido. El taxista nos ve por el espejo con un dejo de diversión.

One Shots MárquezWhere stories live. Discover now