Mamá llevaba insistiendo varios días respecto a salir con la sobrina de su jefe. No entiendo en qué momento le dio por comenzar a dárselas de cupido, pero no me agradaba mucho la idea y aunque no se lo había dicho explícitamente, suponía que ella lo podía intuir. Intenté ignorar sus intenciones durante toda la semana anterior, pero la tenacidad era una de sus principales virtudes y no se daría por vencida hasta que yo le dijera de plano que no quería.
— Entonces... ¿Aceptarás salir con la sobrina de Joan?
— Mamá, ya te he dicho que no me apetece y tampoco creo que la chica esté muy de acuerdo en que le busquen pareja de esta manera, ¿o es que acaso ella sabe quién soy? Porque si es así, me niego aún más rotundamente y me decepciona que tú precisamente me lo propongas.
— Claro que no cariño, sabes que si fuese así ni si quiera te lo mencionaría.
— ¿Entonces? ¿Cuál es el afán?
— Bueno, es que creo que quizás podría ser bueno para ti conocer gente nueva. Ya sabes, llevas un tiempo soltero...
— Lo siento mamá. Te amo, pero no cuentes conmigo para ello.
La mujer que me dio la vida suelta un bufido, pero sé que entiende y respeta mi decisión. No tengo ánimos de seguirle la corriente. Sé que su intención es buena, pero me he cruzado con algunas mujeres que se acercan a mí por quien soy y aunque hace un par de años yo también hacía uso de la etiqueta "piloto de motos", en la actualidad ya no me apetece cruzarme con gente que solo llegue a mi lado por interés.
Quiero mucho a mis fans, no tengo problema con que se acerquen a pedir una foto, un autógrafo o que me paren simplemente para saludar y conversar un rato, el cariño de la gente es increíble y siempre estaré agradecido de ello, pero en cuanto a mis relaciones interpersonales, específicamente las amorosas, necesito alguien que quiera a Marc, a secas.
Beso la frente de mi madre para luego tomar mi chaqueta y las llaves del auto, me despido de todos en casa y salgo rumbo a Barcelona, donde tengo que cumplir algunos compromisos de la marca, tendré toda la tarde ocupada, asique aprovecho de irme temprano y no andar con prisas.
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El sol está casi totalmente oculto cuando me siento en la barra y pido una cerveza sin alcohol, me toca manejar de vuelta a casa y no me gusta beber cuando voy a conducir.
Observo el lugar mientras espero, hay gente en la pista de baile, otros grupos sentados en las mesas conversando a pesar del ruido y algunos en la barra pidiendo lo que van a consumir. Paseo mi mirada por esta última parte y es cuando veo a una chica sentada a unos cuantos metros del lugar en el que me encuentro.
Desprende un aire a tranquilidad que contrasta con el ruido del ambiente, no parece estar en su elemento, pero aun así tampoco parece fuera de lugar, es como si su lugar estuviera justo donde ella quiera estar.
Recibo el botellín de cerveza y no me doy cuenta cuando mis pies me dirigen a sentarme a su lado. Levanta la mirada al percibir el movimiento y me regala una sonrisa que llega a sus ojos. Por un instante me quedo embobado, pero vuelvo rápidamente en mí para sonreírle de vuelta.
Ninguno de los dos hace amago de hablarle al otro, ella sigue distraída bebiendo de su copa a ratos, al tiempo que come de una porción de patatas fritas. Bebo de mi cerveza para luego volver mi vista a la castaña a mi lado, quién al parecer siente el peso de mi mirada pues dirige sus ojos en mi dirección, me observa un par de segundos y parece reconocerme. Me desinflo un poco porque esperaba seguir de incógnito.
— Yo a ti te he visto en otro lado, pero no recuerdo dónde.
Ladea levemente su rostro y se queda pensativa por un momento, parece que lo dice enserio y es un soplo de aire fresco tener a alguien que realmente no me reconoce.
