Capítulo 46

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Querido diario:

Estaba sentado en el pasto a la hora del descanso, cuando había sentido a alguien moverse a mi lado.

Emma estaba ahí, se veía algo tímida y miraba a los demás menos a mí. Quise preguntar por qué estaba ahí, pero ella se adelantó diciendo un "gracias". Esperé a qué siguiera hablando.

Trato de decirme entre palabras confusas, cuán agradecida estaba y cuánto necesitó mi ayuda esa noche. La escuché en todo momento, dándole a entender que tenía mi atención.

Emma me parece una chica dulce, hasta llega a verse aniñada muchas veces. Cuando ella llega al lugar en que te encuentras, puedes notar como alegra el lugar. Las primeras veces que hablamos me parecía alguien tonta, pero ahora puedo ver que ella realmente es así, es su forma de ser y no tiene porque considerarse tonta, aunque a veces puede ser molesta cierta actitud, lo entiendo y acepto.

Por eso me sorprendió cuando me contó la verdadera razón por la que comenzó a trabajar en la ferretería de su tío. Me dijo que necesitaba tener una distracción, de sus padres.

Aún recuerdo la expresión en su rostro, como fue frunciendo el ceño y como dejó de sonreír a medida que hablaba. Era algo difícil para ella, lo pude notar. Me dijo también que odiaba estar en su casa, que por esa razón había asistido a la fiesta de hace unos días, aunque no tenía demasiadas ganas.

Me agradeció nuevamente por haberla acompañado hasta su casa y yo solo dije que no había ningún problema.

Emma también dijo que le alegraba mucho tener un nuevo amigo, y que ese amigo sea yo.

Solo sonreí y no negué el hecho de que haya dicho que soy su amigo, porque después de tanto tiempo siento que Emma es mi amiga y estoy muy bien con ello.

Diario de un chico solitarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora