Capítulo 51

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Querido diario:

Tal vez decir que no sería una cita fue algo tonto, porque se sintió exactamente como una.

Empezando con Emma vestida como si fuéramos a una fiesta, cuando sólo fuimos a un parque de atracciones. Lo admito, se veía hermosa, pero yo no y eso me molestó. Vamos, que tampoco fui como un pordiosero pero tampoco estuve a su altura.

Se la veía muy emocionada todo el tiempo y por un momento tuve que regañarme a mi mismo cuando estuve a punto de decirle que se calmara un poco. Es que puede ser muy enérgica a veces.

A pesar de eso la pasé bastante bien, sus comentarios algunas veces me hicieron reír y otras cosas que yo decía —que ni siquiera daban gracia —hacían reír a Emma también.

Cuando Emma vio la montaña rusa noté como sus ojos se llenaron de alegría, casi quise encadenarme al suelo para que no pudiera arrastrarme hasta ahí. Pero fue imposible porque subimos de todas formas. Emma gritaba muy fuerte, yo cerraba los ojos y luego ella tomaba mi mano para que levantara los brazos cada vez que bajábamos rápidamente. Fue divertido, pero dudo que vuelva a hacerlo.

Al final comimos muchas cosas dulces que Emma veía y compraba para los dos, le dije que se suponía que el chico era quien pagaba las cosas, ella me dijo "Eso es cuando él es quién invita a la cita, esto no es una". Quise golpearme porque tenía razón, eso no era una cita, pero por un momento lo había olvidado.

Lo peor no fue la montaña rusa, ni los niños pequeños que lloraban por subir a alguna atracción. Lo peor es que me gustó la cita y quiero otra.

Demonios, que ni siquiera fue una cita.

Diario de un chico solitarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora