Capítulo 62

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Querido diario:

Nunca me sentí seguro contando cosas personales, siempre tuve el presentimiento de que si contaba algo malo sobre mí, las personas se alejarían. Por eso cuando Emma me pidió que hablara sobre mí, lo dudé muchísimo.

Le aclaré que no era muy buena idea, ella dijo que podía confiar en ella... Pero me negué. Entonces ella decidió que hablaría primero, dijo que confiaba en mí. Por un momento me quedé sorprendido ante el hecho de que Emma confía en mí. Pero la sorpresa se fue cuando continuó hablando.

Emma no tiene una vida fácil, no es para nada lo que aparenta. Eso me quedó claro después de escucharla.

La primera vez que la vi, pensé que era de esas chicas que tenían una vida casi perfecta, y que lo único que podía preocuparle era pasar las materias de la escuela con una buena nota; o que el chico que les gusta le haga caso. Pero Emma no es así, para nada.

Comenzó hablando sobre cuando era pequeña, aseguró que su vida era buena y que sus padres la amaban. Eso me llamó la atención, porque hablaba en tiempo pasado, ¿Cómo no la amarían ahora?

Dijo que pasaron muchas cosas en el transcurso de su niñez hasta ahora, su adolescencia. Las cosas ya no son como cuando era una niña, ahora todo es más complicado. Su madre no es una buena persona, su padre no está muy presente en su vida; antes tenía a su abuela, pero eso fue hasta que murió, hace casi un año.

Mientras hablaba tenía la mirada perdida en un punto inexistente y noté como iba cambiando sus expresiones a medida que seguía hablando. Quise decirle que se detenga muchas veces, quise que su expresión triste y a la vez distante cambiara por esa de alegría que llevaba la mayoría de las veces. Pero también me di cuenta de que esa era un parte de Emma, una parte real que muchas veces trató de ocultar. Como esa vez que la vi llorando fuera de la ferretería.

Emma confesó que estaba llorando por culpa de su madre, que no quería que ella estuviese trabajando en un lugar así. Según ella, ese trabajo debía dejarlo para las personas como su tío que no tenían nada estable y debía trabajar en un lugar como ese. Para ella su hija no pertenecía a ese lugar. Emma me había dado una mirada de disculpa cuando contó lo que su mamá dijo, me aseguró que ella no pensaba igual que su madre. Me aseguró también, que una cosa era contar como le dijo todo aquello, y otra muy diferente era estar ahí escuchándola.

Hablamos sobre muchas cosas por un largo tiempo, me contó muchas cosas sobre ella y su familia. Al final lo único que quise hacer era abrazarla y hacerle saber que su madre estaba muy equivocada sobre la persona que ella era. Pero me contuve, aun no sé como se siente respecto a mí y eso siempre hace que me detenga antes de hacer algo que la haga sentirse incómoda.

Al final Emma dijo que entendía si no tenía la confianza suficiente para hablar con ella sobre cosas personales, pero yo sí confío en ella.

Lo que no quiero hacer es hablar para luego perderla. No quiero que Emma Page se aleje de mí como lo hicieron otras personas. No ella.

Diario de un chico solitarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora