Capítulo 49

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Querido diario:

De acuerdo, lo hicimos. Y fue una locura.

Comenzando con Joshua que pudo contactarse con alguien que trabajaba con mi hermana, al parecer ese grupo de venta es algo conocido en la universidad en la que asiste mi hermana. Le dejamos en claro que queríamos que mi hermana fuera la que nos entregara los pedidos y aunque al principio aquella persona se negó, alegando que ellos sabían como organizar la venta —que hasta me da pena escribir esto —, pudimos convencerlo.

Llegamos al lugar y me di cuenta lo ilegal que era cuando nos dijo que debíamos encontrarnos en la fábrica abandonada cerca de la universidad.

Joshua y Emma me acompañaron, ésta última no para de decir lo peligroso que era y lo nerviosa que se encontraba de estar haciendo eso. Joshua la burlaba diciendo lo mala y gallina que era para esas cosas.

Se calmó un poco cuando le di las gracias por haber hecho aquello aunque se sintiera de esa manera. Recuerdo la risita que soltó y como llevó su cabello hacia delante hasta que ocultaron sus mejillas. Tuve que contener la sonrisa que quiso asaltarme al verla de esa manera.

Volviendo al tema... mi hermana estaba ahí.

Se la veía inquieta a lo lejos, sus ojos me vieron cuando estaba a unos pasos detrás de ella. Su cara palideció y la bolsa que tenía en sus manos había caído al suelo. Yo contuve la respiración por un momento y la tensión que tenía comenzaba a hacer doler mi espalda y hombros.

Freya trató de hacerse la desentendida y me pedía explicaciones. Me costó decirle que el supuesto comprador era yo y nadie más, su rostro se había puesto rojo por el enojo y comenzó a gritar que debía dejar de meterme en su vida.

Trate de explicarle lo malo que era que esté metida en esas cosas, ella había comenzado a llorar y entendí muy poco sus explicaciones. En un momento, cuando dejó de llorar un poco, me dijo que la situación económica en casa le preocupaba y que solo quería servir de algo y llevar dinero a casa.

Obviamente le dije que esas no eran las manera y que debía preocuparse por su estudio y tratar de buscar un empleo de medio tiempo digno. Se calmó, pero cuando saqué a nuestro padre a la conversación su llanto había vuelto.

Dijo que el maldito la estaba amenazando, le dijo que si no seguía dándole dinero se encargaría de que yo lo hiciera y no de una buena manera. La primera vez que le dio dinero fue porque él la chantajeo diciendo que hacía días que no comía y que se sentía mal, obviamente lo iba a ayudar. Después de eso ya no pudo hacer que la dejara de molestar.

No había dicho nada ni a mi madre ni a mí para no preocuparnos. Al menos a mamá no la preocupó, pero a mí sí.

No justifico lo que mi hermana hizo, pero debo admitir que me alivia un poco saber que lo hizo en un acto desesperado y no por qué estuviera realmente interesada en las ventas ilegales.

Les agradecí a Emma y Joshua por haberme acompañado y por la idea, que aunque no fue la mejor, me ayudó a dormir sin pensar en que era lo que mi hermana hacía. Ahora espero que pueda dejar aquello y que vuelva a ser aquella chica enfrascada en el estudio.

Diario de un chico solitarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora