Capítulo 16

29 16 79
                                    

Sólo escucho gritos a la lejanía, no estoy muy segura de lo que está sucediendo. Mi corazón está a minutos de salirse de mi pecho. Alguien vuelve a gritar pero esta vez reconozco la voz de mi madre. Refleja puro terror, no se donde está, solo veo pura oscuridad y no se el porqué. Toco mis ojos, no había notado que estaban cerrados a esto se debe la oscuridad. Me permito abrirlo y:

- ¡Noooooo! - grita mamá en un tono desgarrador.

Veo mi reflejo en un espejo y una yo de ocho años me devuelve la imagen. No se donde estoy ni el motivo de tantos gritos.

- Por favor no toquen a mi niña, se los suplico, solo tiene ocho añitos.

Continúa gesticulando sin parar y de mis ojos comienza a brotar un mar de lágrimas. Sollozos que no me dejan respirar correctamente invaden el carro en que nos encontramos. Por lo que me permite ver la vista borrosa por el llanto noto que es de color amarillo canario.

De pronto todo vuelve a ser negro. Ya no se escucha nada, ni gritos, ni llanto, ni el ruido de la ciudad. Estamos en el punto exacto después de una tormenta, todo en calma y con rastros de pura calamidad. Comienzo a abrir mis ojos nuevamente y un dolor inaguantable se extiende desde mi mejilla izquierda hasta el cuello.

Miro hacia el asiento delantero y  percibo el instante efímero en que mi pecho cruje partiéndose en mil pedazos diminutos.

- ¡MAMÁ!- grito a todo pulmón, otra vez estoy llorando.

No puedo con esta sensación  de ahogo, mi madre no puede estar muerta, ella es mi ángel guardián, prometió que estaríamos juntas siempre. Su carita está pálida, tomo su mano, está congelada. Así nunca estuvo mamá, ya no sonríe.¿Por qué mamá ya no sonríe? Ella siempre está feliz. Ya no aprieta mi mano cuando la tomo entre mis pequeños dedos.¿Por qué  no aprieta mi mano?

Algo viscoso resbala entre mis dedos, miro mi mano. Es rojo, el líquido en mi mano es rojo, llevo esta a mi nariz. Es sangre, tengo sangre entre mis dedos.¿Por qué hay sangre en mis dedos? Una voz se escucha es casi imperceptible. ¿Es un hombre?, es un hombre confirmo, es ronca y profunda la voz, se ríe, carcajadas salen de su garganta.

- Está realizada la orden señor Ortiz.

Ortiz, Ortiz, Ortiz... La palabra hace eco en mi cabeza. Todo se va apagando y vuelve a ser negro. Odio ese color.

***
Salto de la cama. Grito y grito sin parar. Lloro como hacía diez años que no me pasaba. Caigo de culo al suelo, me es imposible sostenerme, las piernas me tiemblan, todo mi cuerpo está en la más alta de las temperaturas.

Fue una pesadilla, me repito una y otra vez y otra vez. Pero no me lo creo. Se sentía tan real, una imagen tan vivida, tan sólida. Mi madre, su cuerpo junto al mío, cubierto de carmesí, sus ojos sin vida me miraban suplicantes. Había pasado mucho tiempo desde el último mal sueño. Pero eran diferentes, me encontraba en el hospital, mamá en una camilla conectada a muchos aparatos eléctricos de los cuales la mayoría no tenía idea para que se utilizaban. Sin esperarlo un pitido molesto se escuchaba y los doctores murmurando cosas imposibles de entender para una niña con esa edad.

Recupero la forma y me dispongo a levantarme, el baño se encuentra ante mis ojos, me miro frente al espejo. Tengo la cara roja de tanto llorar, abro el grifo, y el agua fría hace estragos en mi rostro. Intento respirar mejor y lo consigo. Voy hacia la cama nuevamente y observo la hora en el teléfono. Faltan cinco minutos para la hora habitual en que me levanto. Es mejor no volver a acostarme. Me doy un baño, me coloco ropa adecuada para la uni. Luzco unos jeans desgastados, sudadera gris y unos  converse del mismo color. Bajo, bebo un poco de leche y preparo la comida de Rodri como siempre. Me prohibo pensar en lo soñado; despidiéndome del cachorrito que me mira gustoso por la comida abandono el apartamento.

Bajo Un Manto De Emociones (En Proceso) #PBDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora