Capítulo 24 " Contra reloj"

15 13 47
                                    

En la vida hay diferentes tipos de momentos, los que marcan para siempre recordándolos y los que tu mente olvida para evitar el dolor. Es de mediocres creer que una mentira dura para la eternidad. Nada es para siempre y la luz siempre se hallaa en lo oscuro como la mentira en la verdad. El error de mi padre fue mantenerme alejada de un dolor inevitable. Son tantas las preguntas que rondan por mi cabeza  que mis demonios aclaman por la satisfacción de tenerlas.

Necesito encontrar culpables y que paguen  por la muerte de la persona que más he amado en mi vida. Y aunque eso no me la va a devolver tarde o temprano haré la justicia que mi padre no supo tomar.

Las paredes blancas de un lugar desconocido para mí va tomando forma ante mi borrosa mirada. Todo en mi cuerpo protesta  cuando intento levantarme y el único sonido que se escucha de fondo es el pitido molesto de una máquina.

- Despertaste - dicen a mi lado haciéndome notar una figura cuya presencia no había  sentido.

- ¿Dónde estoy? - pregunto al chico de cabello fuego  y ojos esmeralda.

- Estás en un hospital - intento levantarme nuevamente - el doctor recomendó que descansaras. Le avisé que despertaste hace dos minutos, debe estar al llegar. Tu padre fue por un café y a traer ciertas cosas que necesitabas de aseo.

Lo miro y no entiendo nada de lo que pasa. No recuerdo nada de la noche anterior, ni siquiera se si en realidad solo dormí la noche. Mi mente solo  recopila recuerdos de ese sueño- recuerdo que se empeñan en dañarme.

- ¿Cuánto tiempo llevo aquí?

- Dos días.

Dos días, Dios...  es demasiado tiempo para una simple borrachera. Solo quería olvidar mis tormentos un rato y por eso me ahogué en el alcohol. Las risas locas, la discusión con Mauro, Max pidiéndome que no beba y... nada. Después de eso mi cabeza está completamente en blanco.

- Necesito agua, por favor.

- Clarissa es una locura total lo que hiciste, el jodido alcohol no te ayudará.

- ¿Por qué estoy aquí? - pregunto ignorando por completo sus estúpidos reclamos que no vienen al caso.

- Te desmayaste  en la discoteca e intentamos despertarte pero no lo hacías. Max te trajo al hospital y los médicos nos dijeron que estabas  en un caso grave de deshidratación. Dijo que llevabas tres días  sin ingerir líquidos y eso causó el desmayo.¿Es la primera vez que sucede algo así?

No (pienso pero no lo digo)

- Sí - respondo después de un fuerte cruce de miradas.

- No te creo - cuestiona.

- Mira cómo me importa lo que tú creas o no.

- Deja de comportarte como una cría de cinco años y demuestra la madurez que tanto le gritas a tu padre que tienes. De una vez asume que hay personas que se preocupan por tu bien y no trates de evitar lo inevitable. Aprende a escuchar a los demás como ellos te escuchan a ti. Y no saques conclusiones estúpidas  que asumes con el fin de buscar respuestas que no encuentras.

Como siempre hace que calle y tiene parte de razón en lo que dice, pero eso no quita que me haya mentido de una forma tan descarada.

- Tienes razón - respondo brusca.

- Lo sé - sube su ego - así como sé, que me equivoqué al no contarte las órdenes que tu padre me había mandado. Tenía que protegerte y dentro de eso incluía el no contarte nada porque  sabíamos que te opondrías de forma rotunda.

- Por supuesto que si, he vivido más de la mitad de mi vida ajena a realidades que me golpean una y otra vez. Mi maldito padre, ese bastardo me ocultó que mi mamá había sido asesinada.

Se me escapan las lágrimas  que no dejo rodar por mi cara al secarlas con molestia. Intenta consolarme y lo aparto pero al final vuelve a abrazarme fuerte y me derrumbo. El maldito rompe cada una de mis cadenas y libera los demonios que el adiestra  tomándolos como caballos salvajes que deben aprender a respetar a su amo.

- Sigo aquí para ti, aunque me odies tienes mi maldito corazón a tus pies. Estoy dispuesto a hacer lo que sea por ganarme nuevamente tu confianza.

- Maldito, mil veces maldito Mauro Ortega - lo golpeo uno, dos, tres veces hasta que mi cuerpo no puede más.

Se hace un molesto silencio donde solo se escuchan mis suspiros y sollozos intranquilos.

- Solo hay dos maneras de avanzar en los sentimientos: aferrándote a ellos o dejándolos ir - dice y después de un instante toma mi cara entre sus dedos y limpia las lágrimas que no cesan - pero lamento decirte Clar que nunca he sido un cobarde.

Intento responderle pero la presencia de mi padre rompe el momento. Y realmente lo agradezco. Mi padre no lo analiza dos veces antes de envolverme en su cuerpo como cuando era chiquita, pasando las manos por mi cabello en una caricia lenta y reconfortante.

- Ohhh mi niña!!!! Méndigo susto el que me has dado. No vuelvas a hacer una estupidez que no resisto perderte.

Deja besos molestos en toda mi cara y lo aparto cuando al observar mis manos veo sombras en tonos verde, morado y negro en varias partes de mi piel.

- Papá - los miro con los ojos abiertos de par en par.

- Lo siento tanto.

Escenarios en los que el reloj hace tic tac midiendo el tiempo que tengo de vida,  corren a toda velocidad por  mis ojos. Y caigo en cuenta de lo que dijo Mauro " Presentas un caso grave de deshidratación". Pero yo si he  tomado agua. Los " Estás más delgada", " te estás alimentando bien" toman sentido en mi cabeza y me niego a creer que el  mundo sea tan cabrón para golpearme de esta manera.

- Doctor - dice mi padre. Sus ojos están brillantes en lágrimas y no recuerdo la última vez que lo vi llorar.

- ¿Cómo te sientes Clarissa?

- ¿Es cierto?- digo en un susurro apenas audible.

- Necesito que te calmes,  en estos momentos tu situación no es la mejor. Pero todo va a estar bien.

- No, no, no, no, no - me repito mil veces que no me puede pasar eso a mi.

- Son altas las posibilidades de que no sea así y de serlo la enfermedad no está tan avanzada.

- Voy a morir.

- Hija tranquila.

- Voy a morir, estoy jodida.

La ansiedad me golpea y araño mi piel dejando marcas que lejos de dolerme, me importan una mierda. Son rasguños en comparación con la  golpiza que estoy recibiendo.

- Clar... Doctor - pongo mi atención en el chico que había olvidado y el miedo y la compasión que  veo en su rostro agrieta cada espacio en mi.

- Fuera - le digo - fuera de aquí, no quiero que estés presente, lárgate que esto no es asunto tuyo, ni de nadie.

- Yo... solo - tartamudea sin completar las palabras.

- Mejor sal de aquí chico, puedes venir en otro momento, ella necesita espacio.

- Claro.

Se va sin mirar atrás y no se si quiero correr tras él y decirle que no me deje, que lo necesito o resignarme a que alejándonos nos hacemos un favor. Opto por la segunda opción.

- Quiero escucharlo en voz alta.

- No es necesario que te tortures de esa  manera tan macabra.

- Doctor - me mira.

- Tienes leucemia linfocítica crónica.

La misma enfermedad de mi madre. Estoy contra reloj, no me queda tiempo.

Bajo Un Manto De Emociones (En Proceso) #PBDWhere stories live. Discover now