Capítulo 27

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                          Mauro
Única...

Única es la palabra que viene a mi mente cuando pienso en Clarissa. La escribo en el papel sobre la mesa y una frase, otra frase y luego otra hoja para el montón. La desmotivación y la falta de creatividad están arrasando con mi cordura.

Tomo mi guitarra y paso mis dedos provocando una suave melodía. Toco, muevo mis dedos y toco, pero es solo eso "tocar" no me brinda vida como otras veces. Intento repetirme constantemente que no me importa el "solo te puedo dar mi amistad" de su parte, que me basta con tenerla cerca. Pero solo me engaño, quiero sentirla, percibir el rose de sus labios, quiero que me envuelva con su cálido cuerpo y deleitarme con su ronca risa y todo lo que quiero, no lo puedo tener.

Debo admitir que la noticia de su enfermedad, me golpeó fuerte en la cara. Escuchar que se podía morir me hizo ver que mi pequeña rojita es más frágil de lo que se deja ver. También comprendí lo importante que es en mi vida, nunca había sentido la necesidad de pertenecer a alguien, de creer que tu alma está atada a la de otra persona, al punto de no imaginar el transcurso de tus días sin tomarse de la mano y despertar cada mañana con un "Te amo".

- Mauro, te busca ese amigo tuyo que conociste en el hospital, dice que viene por la chica - me informa mamá desde el otro lado de la puerta.

Creo que después de horas encerrado en la sala de juegos, le debe preocupar mi situación. Salgo al pasillo y me la encuentro.

- ¿Estás bien? ¿Por qué está aquí el chico que estudia medicina? ¿No crees que últimamente pasas muchas horas en esas cuatro paredes?- me asalta a preguntas.

- Solo estoy trabajando en algo, y David me hará un pequeño favor. No estoy mal mamá, no te preocupes.

- Sabes que te di la vida y te conozco mejor que nadie verdad, no puedes engañarme.

- Cierto y por ello entiendes que no es momento de contarte - deslizo parte de su cabello rebelde tras su oreja.

- Mi niño consentido, aquí estaré cuando quieras que alguien te escuche.

- Lo entiendo - me alejo hacia las escaleras - saldré por un rato, llegaré algo tarde, así que evita preocuparte.

Me dirijo apresurado hacia la sala y ahí sentado está David Gallardo futuro cirujano plástico. Nos conocimos hace dos años, una historia bastante larga. Resumiéndola  en una sola palabra "Problemas". Fiesta, alcohol y una pelea que me hizo terminar en emergencias. Casi pierdo mi ojo derecho por la golpiza que me dieron, al final la historia terminó con mi madre sufriendo por mí, dos meses de reposo y el chico que me golpeó en la carcel.

- No me lo creo, pero si es Mauro la nenasa que va llorando por los hospitales - bromea y me extiende la mano.

- Así tratas a tu paciente favorito - respondo a su saludo.

- ¿Y quién te ha dado ese título, idiota?

- Admítelo, no es necesario negarlo - golpeo su nuca.

- Auch, está bien lo admito - levanta las manos en señal de rendición y se ríe en mi cara.

Caminamos hacia la salida. Está aquí por un mensaje de mi parte, requería de alguien que me ayudara con cierto tema. No se cómo pedirle este favor porque se que no sería profesional de su parte. Aún así, estoy dispuesto a intentarlo.

- No le des más vueltas, solo pregunta.

Suspiro y trato de llenar mis pulmones con suficiente oxígeno para decirlo:

- ¿Qué tan grave es? - logro gesticular.

- Sabes que no puedo contarte esto verdad, que si alguien se llega a enterar me costaría mi trabajo.

Bajo Un Manto De Emociones (En Proceso) #PBDWhere stories live. Discover now