Come, verga 3

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Se había hecho costumbre que cada fin de semana, Mika y Yuu solían visitar a su contrario y quedarse a dormir en la casa de alguno de los dos. A veces en la casa de Mika, a veces en la casa de Yuu.

Desde que se habían hecho novios, no había mucha diferencia a cuando solo eran mejores amigos, y esto se debía a que, desde siempre parecieron tener algo. Lo único que difería ahora es que se besaban tanto, que sus labios se tornaban rojos y se hinchaban de tanto probarlos.

Hasta la fecha no habían tenido otro tipo de acercamiento, y esto se debía a que, a pesar de que solían tocar mucho cada vez que se besaban, les avergonzaba un poco dar un paso más en su relación, y no solo eso, también estaba el continuo miedo de que sus padres los encontraran en ese tipo de situaciones, en especial porque Guren como todo un sobreprotector que era, les había advertido.

—Nada de aplausos en mi casa, ¿Me entienden? O les prohibo verse cada fin de semana.

Por Dios, ya no eran niños, y de hecho, Guren lo hizo por primera vez mucho más joven de lo que eran Mika y Yuu a ese punto, y apenas eran novios.

Además, sabían perfectamente bien que aquello solo se trataba de celos de padre sobreprotector, alguna vez habían escuchando a Shinya decirle que era mejor darle confianza a los chicos a que hicieran cosas a sus espaldas.

Los padres de Mika, por otro lado, eran un poco más liberales, no habían tocado ese tema abiertamente con ellos, pero Mikaela sabía perfectamente bien que siempre podía contar con ellos y difícilmente le regañarían a menos que robara, mintiera, o hiciera algo que realmente fuese malo, y de todos modos era muy difícil que el ojiazul se atreviera a hacerlo.

Aquel fin de semana, habían quedado en la casa de Yuu, debido a que Shinya había preparado curry y ya era religión comerlo solo con su contrario.

También, para variar, aquel fin de semana, día sábado específicamente, era el cumpleaños de Goshi, uno de los mejores amigos de sus padres, y había organizado una fiesta que probablemente se alargaría hasta la noche, por lo que Mika y Yuu tenían casa sola para ellos mismos.

No era la primera vez que sucedía, por supuesto, pero era mucho más cómodo besarse, o ser cursis sin nadie que los escuchara.

Ambos veían la televisión mientras comían su comida favorita, Yuu tenía su pierna encima de la de Mika y lo abrazaba como si su vida dependiera de ello. El mayor por su parte abrazaba a Yuu por los costados mientras reposaba su cabeza encima de la de su novio.

No había plática, pero el ambiente era tan cómodo para ambos que ni siquiera lo necesitaban.

Yuu había dejado su plato en la mesita de centro frente a ellos mientras se restregaba como gatito en su novio, provocando una reacción en el rubio.

El mayor que se encontraba sosteniendo su plato de curry, mordió su labio intentando reprimir el deseo que empezaba a formarse, tomando en cuenta que Yuu solo estaba siendo cariñoso.

—Yuu-chan —carraspeó—, permíteme comer mi curry, ¿De acuerdo? En un momento vuelvo a abrazarte —pidió, o sería incontrolable no querer besarse con él, y, hacer marranadas.

—No —sonrió travieso, pero no era un travieso pervertido, sino más del tipo infantil e inocente que a Mika le encantaba—quiero abrazarte.

—Está bien, solo permíteme dejar mi plato en la mesa, ¿Si?

Yuu dejó escapar una risita ante la petición de su novio, y se alejó de él solo porque no quería que se cansara de tomar su plato de curry aún casi completamente lleno.

—Solo bromeo, puedes comer el curry —le sonrió.

Mika aún tenía su reacción ahí picando, y en realidad ver a Yuu después de que se había frotado un poco en él no era buena idea. Su imaginación en ese momento explotaba en escenas para nada inocentes.

Nuestra historia de dosWhere stories live. Discover now