Colegiala sexy

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Advertencia: lemmon hard e.e

Mikaela desde que tiene memoria conoce a su mejor amigo, Yūichirō. Ese niño de bonitos ojos verdes y sonrisa encantadora.

Verlo siempre hacía que su corazón se acelerara, y que sus pupilas se dilataran.

Un día decidió jugar con Yuu, un total desastre y obstinado chico, y eso es lo que amaba Mikaela.

Propusieron que el que ganara, le pondría un castigo al perdedor, Mika aún no tenía en claro qué le pondría si perdía, pero quería verlo enojado.

Adoraba verlo así.

Entoces jugaron uno de los deportes favoritos del rubio, al principio le dio ventaja, pero después empataron y Mika terminó ganando.

—Bueno, Yuu-chan—rió el rubio con maldad—. Quiero que...—Lo pensó un momento, hasta que vio pasar a Mitsuba y Shinoa, el viendo haciendo que sus melenas se menearan al compás de este. 

Casi vomita.

Pero al ver sus faldas levantarse, una idea llegó a su mente.

—¡Vístete de chica! De colegiala—, sonrió malvado.

—¿¡Qué?! —gritó sonrojándose—, ¡claro que no! ¿¡que demonios te pasa, Mika?!

Estaba sonrojado hasta las orejas y le había pegado un golpe en la cabeza al rubio por haberle dicho algo como eso.

Lo estaba, enojando y vergonzando.

Odiaba eso.

Mikaela soltó una risa estrepitosa, sobándose donde el azabache le había golpeado.

—¿Acaso Yuu-chan no es hombre de palabra?

Mikaela movió sus cejas furtivamente, incitando a Yuu a enojarse más.

—¡Que te den, hijo de puta! ¡Mikaela idiota!

Giró su vista, cruzándose de brazos y dándole la espalda al rubio, era infantil.

Pero tenía dignidad.

—¿Y bien, Yuu-chan? ¿Te vestirás de una sexy chica para cumplir tu palabra, o no?

Puso sus manos en los hombros de Yuu, viéndolo de perfil, pero con su rostro muy cerca de él.

—¡No!

Salió corriendo, o eso trató, pues se cayó de lleno por las escaleras, dado que ambos estaban en ma azotea.

Y dando vuelta, rodó hasta la base del tercer piso.

—¡Yuu-chan!

Mikaela corrió apresurado, intentando alcanzar con rapidez al azabache.

Cuando al fin logró llegar hasta él, lo tomó entre sus manos, acunando con una de sus palmas una mejilla de este.

—Dios, ¿estás bien?

—Estoy... Arg... Bien... —se sobó la cabeza—, ¿no tengo más opciones con lo de la ropa? —no dejó al rubio contestar—, supongo que no. Consígueme el uniforme, y... Ham... ¿debo usar las bragas también?

Esperó un "no" por respuesta, poniendo ojitos suplicantes.

Mikaela ensanchó su sonrisa, atrayendo al azabache a su cuerpo.

—Me asustaste, Yuu-chan—murmuró dándole palmaditas—. Respondiendo a tu pregunta, lo siento, pero tendrás que usar todo el vestuario de una niña.

Nuestra historia de dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora