Destino 1/3

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Posiblemente, había pocas personas que se conocían desde siempre.

Era probable que, nadie lo hiciera realmente; quizá desde niños, a la edad en que entraron a la escuela; o quizá porque eran vecinos, o porque sus familias eran verdaderamente unidas.

Pero, ¿realmente había alguna amistad, que fuese así?

Sí.

Mikaela y Yuu.

Ellos sí se conocían desde siempre.

Sus madres desde la escuela fueron mejores amigas, eran como hermanas. Inseparables.

Eran vecinas.

Se casaron incluso el mismo día.

Y si bien, no se embarazaron al mismo tiempo, obviamente, sí lograron que al menos, se embarazaran con meses de diferencia, y no con años.

Yuki Shindou no tuvo ningún problema para embarazarse. Su esposo deseaba un hijo, y ella también. En cambio, Kaede Amane tuvo que insistirle a su marido una y otra vez, hasta que logró convencerlo.

Kaede y Yuki la pasaban juntas pues eran amas de casa, aunque sí ayudaban un poco al sustento del hogar debido a que adoraban cocinar y vendían a una que otra persona algunos deliciosos postres.

Cuando Yuki dio a luz, estuvo presente Kaede, y se enamoró profundamente de Mikaela, aquel pequeño rubio ojiazul que tenía tanto parecido con su mejor amiga.

—¡Es tan lindo, Yuki!, ¡se parece tanto a ti! —chillaba la ojiverde, totalmente embelesada—. Espero que mi Yūichirou se lleve bien con Mika —rió mirando su abultado vientre a la vez que lo acariciaba con ternura.

Su rubia amiga soltó una tenue risa, admirando a su pequeño hijo.

—Seguro será así.

~

Cuando Kaede se encontraba dando a luz, en la sala de espera se encontraba su mejor amiga, su familia, su esposo y la familia de este, todos nerviosos pues el parto estaba siendo bastante largo.

Mikaela aquel día estaba demasiado inquieto, y aquello le ponía aún más los pelos de punta a su madre. Estaba preocupada por su mejor amiga.

Una hora después, al fin un médico salió del quirófano, pidiéndoles paciencia para poder entrar a ver a la Amane.

Les explicó que tuvieron un par de complicaciones debido a la posición del pequeño Yūichirou, y el cordón umbilical no había ayudado mucho pues estaba enredado en el bebé.

Todos se espantaron al principio, más se relajaron una vez que el doctor comunicó, ambos se encontraban fuera de peligro, pero necesitaban reposo.

Cuando al fin pudieron entrar, Yuki decidió ser la última. Por desgracia dejó a Mika a la madre de su mejor amiga pues temía que pudiese enfermar si se adentraba a un quirófano y no podía entrar con él. Se arrepintió de haberse llevado al pequeño al hospital, si se enfermaba, no se lo perdonaría.

—¿Cómo te sientes, amiga? —cuestionó Yuki tomando la mano de la contraria.

—Adolorida y cansada —rió suspirando un poco.

—Me imagino— aceptó—. ¿Cómo es?

—Es como su padre, pero heredó mis ojos —sonrió.

—Solo espero que no tenga tu loca y rebelde actitud —bromeó la rubia.

Ambas soltaron una tenue carcajada ante aquel comentario.

—Lo es, lo sé. No cualquier bebé tiene tantas complicaciones para nacer. Estoy segura de que me sacará tantas canas verdes como yo lo hice con mis padres.

Nuestra historia de dosWhere stories live. Discover now