El secreto de la pc

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Contraseñas de máxima seguridad, miles de carpetas dentro de miles de carpetas ocultas, antivirus, miles de programas de seguridad solo para que nadie pudiera entrar a los fanarts que Yūichirō, uno de los actores más populares, que guardaba imágenes del shippeo que tenía con su compañero y amigo Mikaela.

Esque, era muy tierno, solo tenía imágenes y capturas de algunas grabaciones que juntos hacían de momentos tiernos. Incluso leía los fanfiction que encontraba en internet sobre él mismo con su amigo.

Le daba mucha vergüenza que Mika se enterase de su profundo amor hacia este.

Le apenaba que se diera cuenta de las miles de fotos que tenía de él, y de las mismas que le tomaba cuando estaba distraído.

Se preguntaba si Mika tendría carpetas ocultas o programas especiales como él para resguardar algún secreto así como él lo hacía.

Yuu se encontraba admirando una fotografía editada por algunos fans de un momento grabando la famosa telenovela en la que ambos participaban donde parecía que Mika y Yuu tenían sus labios unidos.

El azabache suspiraba enamorado, incluso acarició con suavidad la pantalla de su computador.

—¡Yuu-chan! —Entró Mikaela gritando a la habitación del azabache sin inmutarse en tocar la puerta.

El azabache entró en pánico, apagando enseguida su preciada computadora con las mejillas encendidas en vergüenza mientras fulminaba con la mirada a su amigo.

Tomó lo primero que su mano encontró, lo cual fue un zapato, lanzándoselo a Mika quien se intentó cubrir pero le dio en la cabeza.

—¡Te he dicho miles de veces que toques antes de entrar, idiota!

Mikaela lloraba internamente, aún así pensaba que su amigo era realmente tierno, en especial enojado con ese sonrojo en todos sus pómulos, y casi en todo su rostro.

—Yuu-chan, no seas malo conmigo— musitó el rubio con un puchero.

—¡Pues a la próxima toca la puerta!

El rubio le restó importancia, para acercarse a Yuu e invitarlo a salir por allí como todos los viernes lo hacían.

Iban caminando por las calles, con gafas y gorros, además de pupilentes por sus tan admirados ojos.

A Mikaela le encantaba hacer fanservice, en sus redes sociables, en especial Twitter terminaba subiendo fotografías de él con Yuu abrazados, o del azabache sonrojado tapando su rostro.

—Yuu-chan—llamó el rubio, susurrando su nombre para que nadie escuchara.

—¿Si?

—Se rompió mi computadora, ¿me prestas la tuya? Necesito hacer un trabajo para la escuela.

De inmediato, el azabache se sorprendió y entró en pánico, buscando con rapidez una excusa. No era que Mika hubiese descubierto su secreto, ¿verdad? No había visto nada, ¿verdad?

—Lo siento... Le entró un virus, y... Bueno...

—Pero hace un momento la estabas usando—murmuró decepcionado el rubio.

—Porque estaba desinfectándola...

—Yuu-chan, por favor. Te juro que no me tardaré ni media hora.

El azabache suspiró.

Estaba muerto.

—Te... Te acompaño a un ciber...

—¡Yuu-chan! Nunca me prestas tu computadora, ni tu celular siquiera, ¡y es de suma importancia! Eres un actor, no puedes tener vida social íntima—berreó con ojos de borreguito.

Nuestra historia de dosWhere stories live. Discover now