Anestesia

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A Yuu le dolía horrores la espalda, tenía fiebre, vomitaba a menudo y orinaba bastante mal; pues su orina olía horrible y a veces salía sangre.

Sin embargo, no quería, ni preocupar a su esposo, ni parecer débil ante él, por lo que lo calló. A pesar que estaba preocupado por su propia salud.

Un par de días después, el rubio notó los malestares en Yuu.

Lo regañó y obligó a ir al hospital.

—Se me pasará, te lo dije.

—No se te ha pasado aún, así que puede ser peligroso.

—¡Pero, Mika! ¡No pasará nada!

—Shh.

El ojiazul empujaba levemente al menor peleando de esa manera hasta que llegaron.

En la revisión, comentaron que Yuu padecía de piedras en los riñones.

—¿Me voy a morir? —preguntó temeroso el chico.

El doctor dejó salir una tenue risa ante el comentario del azabache, negando con la cabeza.

—No, nada de eso. Se puede curar ya sea por medio de tratamiento o una cirugía. Usted elige.

El ojiverde dejó salir un suspiro de alivio, asintiendo con la cabeza.

El tratamiento serviría a la perfección.

Pero Mikaela tenía otros planes.

~

—¡Te odio, te odio! —intentaba no llorar el azabache, golpeando sin fuerza el pecho del mayor.

—Es tu castigo, por no cuidarte, y por haber ocultado que algo te sucedía.

—¡P-pero Mika, me dolerá!

En realidad no era castigo, pero la cirugía terminaría con los malestares de Yuu más pronto que con tratamiento, por ello el ojiazul decidió someterlo a esta.

—Cielo, tranquilo.

—¡No, no quiero!

Mika lo atrajo a su cuerpo, besando su frente en el proceso.

—Todo saldrá bien, no te dolerá; te anestesiarán si así lo deseas.

Después de un rato más peleando de esa manera, ya estaba listo el quirófano en donde se llevaría a cabo la cirugía para Yuu.

~

Mika estaba preocupado; puede que no fuera algo de gravedad extrema, pero no deseaba que algo le sucediera al amor de su vida.

Estaba frustrado, odiaba cuando Yuu no le contaba las cosas.

Aún así, intentó ser paciente, en la sala de espera, recordando los bonitos momentos que había pasado con su pareja

~

—La cirugía fue todo un éxito. El paciente está un poco aturdido debido a la anestesia, pero puede pasar a verlo —aceptó el médico encargado de la operación.

Mika dejó salir todo el aire que no sabía que estaba reteniendo, agradeciento y entrando al cuarto que le habían asignado a Yuu.

El azabache se encontraba riendo un poco, viendo a todos lados como un niño pequeño.

—Yuu-chan...

El mencionado volteó a ver al azabache.

—Santo cielo, una estrella de cine vino a verme.

Mikaela miró extrañado a su contrario, incluso volteó hacia atrás, pero solo estaba él en su campo visual.

—¿Qué?

—Eres un actor muy guapo y suculento. Hazme diez hijos por favor.

Hablaba como borracho, y Mika no pudo evitar reír ante las ocurrencias de Yuu.

—¿Te casarías conmigo?

—Ya estamos casados, amor.

Yuu estiró sus manitas, quería tocar a ese rubio que le había robado el corazón más de una vez.

—¿De verdad?

—Sí.

Yuu colocó las manos del más alto en sus mejillas, mirándolo detenidamente.

—¿Entonces yo te amo y tú me amas?

—Sí, cielo.

—Vaya, soy muy afortunado —rió —. Volvámonos a casar. ¿Cómo te llamas, Mika? ¿Eres Mika.

El mencionado sintió una gran ternura envolver su corazón, depositando un beso en la frente de su amado.

—¡Ah, quema!

Mika se separó asustado; viendo confundido al azabache.

—¿Qué?

—Tus labios están hechos de lava. ¡Quema!

El ojiazul dejó salir un pequeño suspiro aliviado después del susto que su esposo le había sacado.

—¿Eres un muñeco de porcelana con labios hechos de lava?

—No, mi amor. Soy un humano hecho de carne y hueso.

—Te comerán los perros por tus huesos—murmuró asustado —pero no te preocupes, yo te voy a defender.

Mika no pudo evitar conversar con Yuu hasta que la anestesia terminó de hacer efecto por completo, sacándole fotos y videos.

~

Yuu había estado en reposo por dos días en el hospital, hasta que le dieron de alta.

Aún si el azabache renegaba con que podía caminar él solo, Mika se había encargado de llevarlo entre sus brazos hasta el coche.

—Mika, estoy bien —murmuraba alargando todas las vocales.

El rubio solo le callaba con un beso, alegando que deseaba consentirlo.

Y aún si Yuu decía que quería caminar, no hacía más que aferrarse al cuello de su esposo.

—Oye, Yuu-chan.

—¿Si?

—Te amo.

El azabache se sonrojó fuertemente, aferrándose aún más a Mikaela.

—Y-yo tambié te amo.

—¿Sabes? Tengo un video tuyo estando anestesiado —rió levemente —llegando a casa te lo mostraré.

Yuu asintió con la cabeza, mientras Mika no podía esperar a ver la actitud tsundere de su esposo después de ver aquel video.

Video que jamás se cansaría de ver.

Así como jamás se cansaría de su Yuu-chan.

Incluso pensó en casarse una vez más con él de verdad, como lo había pedido este.









La inspiración ha estado de mi lado (?

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