Fantasmas del pasado

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Era increíble cómo el paso de los años no era relevante en su relación, para mal. No caían en ese tipo de relaciones cansadas y rutinarias, no. Al contrario, seguían siendo espontáneos consigo mismos, se amaban cada día más, se cuidaban, procuraban hacerse felices y cuidaban de su pequeño bebé, Michirou. Por supuesto, no todo era color de rosa, también tenían sus ataques de celos o sus peleas por cosas tontas, aunque no era impedimento y buscaban la manera de estar bien la mayoría de las veces. No solo Mika aportaba en la relación, también Yuu. Y es que realmente se amaban con locura, de todas las maneras posibles. Eran compañeros, amigos, esposos, confidentes. Y las noches pasionales que tenían siempre avivaban aún más su tan sólida relación.

Cualquier persona podría envidiar aquello. La forma en que se miraban, se hablaban, se acariciaban, todo en su relación, porque realmente eran el uno para el otro, sin importar sus defectos o aquellas cosas que quizá no les agradaba a varias personas.

Así veían todos a Mika y Yuu. Así aparentaban ser. Pero, también era cierto: se amaban con locura y nada podía arruinar su relación, porque el amor que se tenían el uno al otro, era infinito. ¿O no?

~

—Papá, ¿cómo fue tu primer beso? —cuestionó curioso su hijo azabache mirando fijamente al rubio de ojos azules que se encontraba leyendo el periódico con sus lentes de lectura bien acomodados en su rostro. Bajó aquel objeto en sus manos a sus piernas para prestarle atención a Michi y esa curiosa e inesperada pregunta que había hecho.

Estuvo a punto de decirle el primer beso que compartió con su amado a la tierna edad de trece años cuando descubrieron que eran el amor de su vida, sin embargo su mente viajó a la época tan jovial y llena de juegos, raspaduras y suciedad en sus ropas y manos de cuando tenían tan solo cuatro años.

Una sonrisa nostálgica se dibujó en el pálido rostro de Mikaela, detalle al cual Michi no prestó mucha atención.

—Verás, Michi. Yuu-chan y yo nos conocemos desde los tres años, cuando entramos a la guardería. Un año después tuvimos nuestra primera pelea —aceptó riendo un poco—. Obviamente queríamos arreglarlo, así que fue Yuu-chan quien tuvo la idea de regalarme un gesto de arrepentimiento antes de que nos fuésemos a nuestras respectivas casas. Iba a darme un beso en la mejilla, pero moví el rostro y nuestros labios chocaron... Fue mágico.

Michi miró enternecido a su padre. Si bien, ese tipo de situaciones solían incomodarle, la manera en la que el rubio contó aquella anécdota le hizo sonreír abiertamente.

—Entonces, tu primer beso fue con papi —afirmó el niño ladeando su rostro.

—Si, cariño —murmuró acariciando su cabello negro—. Yuu-chan es el amor de mi vida.

~

—Papi, ¿cómo se hicieron novios tú y papá?

Yuu que cocinaba un poco de pasta miró de reojo a su hijito a la vez que sentía sus pómulos colorearse de rojo.

Carraspeó un poco y apagó la estufa. De todos modos ya estaba listo. Posteriormente se colocó de cuclillas a la altura de Michi, rascándose su propia mejilla nervioso.

—Tu padre me pidió que fuésemos al cine unos días después de que supiésemos nuestros sentimientos. Después comimos helados y me llevó a casa... Allí me regaló una pulsera con la inicial de su nombre gravada y me pidió que fuese su novio... Obviamente le dije que sí —rió un poco, suspirando como todo un enamorado.

Michi sonrió, hacía las preguntas precisamente por eso. Porque le encantaba saber que sus padres eran y siempre serían el uno para el otro. Le encantaba el brillo en sus ojos cuando hablaban de su pareja. Era bellísimo.

Nuestra historia de dosWhere stories live. Discover now