Noche entre recuerdos (FELIZ CUMPLE 10 MINUTOS TARDE MIKA)

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—¡Mika, por favor contéstame!, ¡Dime que no estás muerto! Si llegas a morir yo... No sabría qué hacer —vi las lágrimas de aquel ser de ojos verdes brillantes y mi corazón se apretujó. Su voz sonaba tan rota, sus manos temblaban, era un escenario tan tétrico, sombrío, lúgubre. ¿Cómo podía lograr hacerte retorcer de tristeza ver a una persona así?—. ¡No, esto no puede suceder, Mika!

El cuerpo demacrado de aquel rubio ojiazul se movió, y sonidos; quejidos y gemidos de dolor, escaparon de sus labios.

—¡Mika, estás vivo, sigues vivo! —gritó, con tanta convicción, pero sin nada de credibilidad. Su tono de voz era el de un ingenuo niño a quien le prometieron un juguete diciendo que se lo comprarían al día siguiente, sabiendo que no sería así, guardando la esperanza. Por otro lado, el más lastimado solo seguía haciendo ruidos, pero había algo extraño en el ambiente. No hablaba, no hacía ademán de moverse—. ¿Huh? ¿Qué está pasando? La sangre está drenada por completo... ¿¡Asuramaru!?

Llevó su zurda al cuello de su uniforme, jalándolo un poco, mientras sus ojos verdes volvían a llenarse de lágrimas traicioneras.

—Bien, si necesita sangre le daré de la mía. ¡Mika, bebe!, Bebe toda la que quieras. ¡Bebe lo que desees incluso si llegas a matarme! —el chico entre sus manos seguía igual de inmóvil, parecía que cambiaba. Sus ojos reflejaban la nada pura. Quizá por encontrarse en el lecho de su muerte—. ¡Mika, ¿Por qué no lo haces? Solo tienes que beber mi sangre!

El lloroso chico de diesicéis años, lloraba a mares, discutiendo con un demonio de cabellos púrpuras, quien le decía que era demasiado tarde.

Entre lágrimas, importaba que salvase a su contrario, que si deseaba, lo poseyera o matara, pero le rogaba que hiciese algo por el rubio.

En un momento dado, el chico rubio llorando, le dijo al de ojos verdes que lo amaba, y luego, explotaba.

~

Desperté en el medio de la noche tras aquel sueño desgarrador. Toqué mi mejilla y estaba llena de lágrimas. Mi corazón latía desenfrenado, casi sentía que en cualquier momento, podría salirse de mi pecho.

Parpadeé un par de veces hasta enfocar por la ventana de mi habitación la luna llena en el cielo, por el momento la luz de la luna y un par de focos en las calles me permitían enfocar un poco mi habitación.

Me paré de mi cama, y corrí a la habitación de mi madre. Papá estaba de viaje pues había ido a recoger a un niño con problemas fuertes familiares y nunca entendería por qué a estas horas solía ir por niños con este tipo de situaciones, y no regresaría hasta entrada más la madrugada, cosa que me preocupaba demasiado después del terrible sueño que había tenido (aunque probablemente no demoraría mucho porque solía llegar a eso de las cuatro de la noche). A pesar de que mi sueño mismo se encontraba borroso, seguía sintiendo la enorme penumbra de mi mamá, viéndolo con sus ojitos jades encharcados, con su voz rota... Jamás podría soportar algo así.

En cuanto me adentré a la habitación de mamá, me lancé a su cama y lo abracé con todas mis fuerzas sin retener mi llanto. Asustado, mamá me atrapó entre sus reconfortantes brazos y depositó un besito en mi mata de cabellos negros.

—Tuve un sueño —sollocé—. Fue un sueño muy feo, mamá—expresé con dificultad, sorbiendo por la nariz ante mis lágrimas.

—Calma, calma mi vida —pidió mamá—. Cuéntame, ¿Qué soñaste amor?

Me separé de mamá sin dejar de llorar, intentando retener mis lágrimas con evidente fracaso.

—Papá moría, había sido cortado a la mitad—dije—. En tus brazos, parecía no tener extremidades, y le pedías que bebiese tu sangre, y después decía que te amaba y explotaba —expliqué sin poder calmarme—. ¡No quiero que nada les pase, no quiero verte llorar así ni quiero ver a papá entre un mundo y otro mejor!

Nuestra historia de dosWhere stories live. Discover now