Dormir contigo

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La calidez de los brazos protectores de Mikaela era extrañable.

Las caricias en su cabello rubio por las manos de Yuu también.

Los buenos días con castos besos en todo su rostro, y largos en los labios igual.

Pero en una relación la línea entre confianza y decepción es muy delgada.

~

Yuu se levantó temprano como en la última semana, algo desganado. Hizo el desayuno, y esperó a que Mika saliera para desayunar.

—Buenos días—, susurró apenas audible.

Mikaela asintió sin ganas de conversar, degustando la comida del azabache.

No es como si por el gran error de Yuu comenzara a cocinar. Siempre se habían dividido las tareas del hogar, al igual que los gastos, aunque desde ese día Yuu lo hacía todo.

Le dolía el pecho, se odiaba, no podía con sus pensamientos torturosos.

Odiaba ser tan incompetente, odiaba ser una mala persona tan egoísta; y, por sobre todo, odiaba no poder tomar decisiones correctas.

Y es por eso que en ese momento, decidió hacerle caso a ese castaño de ojos rojos, a una hora específica para que no fueran más allá.

Sin embargo, no es como si pudiera contárselo a Mikaela.

Volviendo al presente, el rubio terminó, se levantó de la mesa sin mirar a Yuu, y salió.

Yuu admiró la espalda de Mika, y lavó los trastes para ir a su trabajo también.

No le extrañaría si Mika comenzara a llegar más tarde, o si se iba con alguien por allí.

Incluso quizás con eso su dolor de pecho disminuyera, aunque la verdad es que, eso lo destruiría.

Llegó a casa e hizo la comida, sirvió en cuanto Mika llegó, y volvieron a comer en total silencio, sin dirigirse miradas, o intensiones de hablar.

El día fue tan monótono como lo había sido la semana, hasta que en la madrugada, Yuu se armó de valor para tocar levemente la puerta del cuarto de Mikaela, e ingresar. El rubio se tallaba los ojos, estaba quedándose dormido.

—¿Qué sucede?—, interrogó con ese tono tan frío que a Yuu le hacía estremecer.

—¿Pu-puedo dormir aquí?—contigo.

El rubio suspiró, alzando los hombros en respuesta de que quizás le daba igual.

—Está bien, iré al baño.

Yuu asintió, y se acomdó en la cama matrimonial, hasta donde la orilla le permitiera, cerrando los ojos sin dejarse llevar por el cansancio.

Mikaela admiró un corto momento la silueta de Yuu, para salir de allí e irse al sofá. No pensaba compartir cama con Yuu después de lo sucedido.

A pesar de haber visto los ojos llorosos de Yuu, a pesar de ver su sufrimiento, no podía dejar de sentirse traicionado.

Mikaela se recostó, quedándose dormido.

En cambio, Yuu al no sentir la precencia de Mika, sintió como su pecho se contraía, y sus lágrimas amenazaban por salir. No lo haría, él se lo había buscado.

Se paró, y buscó a Mika en silencio. Creía imposible que hubiese salido porque ciertamente no escuchó ninguna puerta ser abierta.

Cuando vizualizó el cuerpo del rubio, fue por una cobija, lo cubrió y se fue a acostar, intentando inútilmente, de dejar de llorar, abrazando la almohada de Mikaela, porque se la había llevado a su cuarto.

Nuestra historia de dosWhere stories live. Discover now