37. Vanessa y Dana

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Chicas, disfruten <3

(***)

Un suéter blanco liso y un Jean rasgado es por lo que me decidí usar este día. Nos encontramos en un parque cercano a uno de los restaurantes más concurridos de Nueva Orleans. Maddie, Dylan, Nathan, Alex, Ethan, Albert, su novia y yo.

Todos se encuentran hablando animadamente a excepción de nosotras. Los chicos conversan con Vanessa, la novia de Albert y Alex intenta con todas sus fuerzas no soltar demasiadas estupideces.

Digo demasiadas, porque ya ha soltado un par.

Vanessa resultó ser una chica sorprendentemente simpática, y aunque reconocí que tiene un buen carácter, no pasé desapercibido el hecho de que en ningún momento nos ha mirado mal a Maddie y a mí por ser amigas del rubio, como lo harían otras novias.

Es de tez mestiza, con pelo rizado y ojos marrones. No es muy alta, un poco más baja que yo y al igual que nosotras, tiene un gran gusto por la lectura y la escritura. Eso fue lo primero que me cayó bien de ella. Es algo extrovertida, sin embargo, deja que cada uno hable y opine, respetando los diferentes puntos de vista que tienen los demás.

—¿De dónde dijiste que eres? —pregunta Nathan con curiosidad.

Albert rueda los ojos por su insistencia, la chica sonríe amablemente antes de responder.

—Soy latinoamericana —explica —. Pero llevo un par de años viviendo aquí en Estados Unidos. Más por estudios.

Está ubicada al lado de Albert. No totalmente pegada a él, pero sus rodillas se rozan sobre el pasto en el que estamos sentados todos. A mi derecha (y como siempre) se encuentra el mellizo, y a mi izquierda la pelinegra. Acepté que mi lugar se ha reservado en medio de los Edwards.

—Supongo que no te has sentido muy sola —es Dylan el que habla —. Por aquí hay muchos latinoamericanos, en todas partes encontrarás un par.

Ella asiente con diversión.

—He encontrado colombianos, venezolanos, dominicanos, chilenos, peruanos, mexicanos, ... ¡de todos los lugares!

Maddie toma la palabra.

—En el instituto hay unos cuantos —apoya la barbilla en su palma abierta —, son muy simpáticos y guapos.

—Cierto —admito —. Incluso nos han enseñado algunas palabras en español...

Las risillas que suelto por lo bajo activan las sospechas de Vanessa.

—¿Palabras? —curiosea.

—Insultos, más bien —acepto —. Es divertido ver como los demás se quedan confundidos.

Ella suelta un par de risas y agarra la mano de Albert. Quien le muestra una sonrisa deslumbrante que jamás había visto en él.

Sonrío. Se ven tan lindos juntos. ¡Al fin llegó alguien que calmara el corazón del rubio!

Siento como Dylan me codea las costillas juguetonamente. Lo miro y encuentro una expresión traviesa en su rostro acompañado de una mirada algo perversa.

—Con que insultos, ¿eh? —me tienta —Deberás enseñarme algunos.

—Los que quieras.

—¿Ah sí?

Sip.

—Mmm... —saborea algo invisible —tentativo. ¿Cuándo y dónde?

Lo miro con fingida sorpresa e indignación.

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