15. Curaciones

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Me siento bastante generosa últimamente :)

Disfruten.

(***)

—Diablos —maldigo al sentir las fuertes punzadas de dolor en mi labio inferior. Se supone que debía ser un buen día.

Si ebria la situación me da vergüenza, no puedo imaginarme estando sobria.

Dylan no ha dicho ni una mínima palabra. En su lugar, yo me hubiera gritado que me fijara por dónde iba, que si estaba ciega y un par de barbaridades más que ya sabrán. En cambio, es como si se hubiese quedado de piedra o como una maldita estatua que se sabe que está viva porque está sangrando.

Ay, mierda...

¡Está sangrando!

¡Obviamente que lo hace! Lo he cortado.

Trágame tierra y escúpeme en el Océano Pacífico.

—¿Están... bien? —pregunta Nathan al ver la escena.

Sí, sí. Solo nos hemos partido la cara.

En vez de decir aquello, le reprendo con la mirada por decir algo tan estúpido. Ethan está a su lado, tratando de no reír, disimuladamente hago algo no muy propio de mí: sacarle el dedo medio.

Vuelvo a mirar a Dylan y le pido perdón con la mirada.

Toda la fiesta está volteada hacia acá, viendo la escenita que se ha montado. Dios, que vergüenza. ¡Y nadie hace nada! ¡No ayudan!

Porque la que tiene que hacer algo eres tú, idiota.

Debo arreglar este desastre.

Dejo a mi vecino con su hermana, que está verificando que todo esté bien y no haya nada grave mientras me acerco a Nathan, quien está no muy lejos de mí, pero no es como si quisiera que medio mundo me escuche ¿ok?

—¿Tienes un botiquín? —rezo internamente para que sea así.

Me sorprende que me haya entendido, porque no puedo formular claramente las palabras con el labio inferior hinchado. Asiente cuidadosamente con la cabeza.

—En cualquiera de las habitaciones encontrarás uno —señala la segunda planta —, las de invitados están a la izquierda, pueden subir.

En lugar de hablar, asiento con la cabeza para no lastimarme más. Paso por el lado de Maddie, quien me pregunta si me encuentro bien, vuelvo a asentir y agarro del brazo libre a su hermano para subir con él a la segunda planta.

Creo que supone a qué vamos, pues no protesta y se deja guiar.

Subimos las escaleras con agilidad sorprendente, al parecer el golpe me bajó la borrachera y él no tomó mucho, o tiene resistencia. Una de dos.

Cuando veo las filas de puertas a los lados puedo contar alrededor de diez habitaciones de cada lado. Opto por entrar a una de las del medio para amortiguar un poco el sonido de la música de abajo. La fiesta siguió sin ningún problema.

Suelto a Dylan (no me había dado cuenta de que seguía agarrándole el brazo) y abro la puerta con la facilidad que mi mano izquierda me permita. Cuando entro, la sostengo para que él haga lo mismo y la cierre.

Doy un repaso rápido al cuarto. Una gran cama, amplias ventanas con gruesas cortinas blancas, un armario de caoba, dos mesitas del mismo material a cada lado de la cama, y otras decoraciones como alfombras, floreros, etc.

¿A qué vine? Ah, cierto.

Echo el seguro a la puerta antes de comenzar a buscar, para que alguien no vaya a venir con el calentón hasta arroba para hacer sus... cosas.

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