16. Días malos y buenos

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¿Qué? Tuve algo de tiempo libre y estoy de humor.

(***)

Cientos de recuerdos invaden mi mente junto con una avalancha de emociones negativas. Tristeza, dolor, nostalgia. Todas esas ocasiones en las que me sentía mal y él acudía a ayudarme, a consolarme y a decirme que todo estaría bien, que nada es para siempre.

En lo último tuvo razón, y odio eso.

Intento llorar en silencio, pero acepto que es inútil cuando ni siquiera puedo controlar los sollozos. La tristeza me consume poco a poco y la cabeza comienza a dolerme como los mil demonios.

Soy consciente de que llevo un buen rato agachada en una de las esquinas del baño cuando noto el dolor en mis extremidades y mis ojos con muy poca visión.

Soy una idiota, se supone que debía ser fuerte.

Algunas cosas no se pueden controlar.

Respiro profundo varias veces y seco mis mejillas empapadas con el dorso de mi mano para intentar aclarar mi visión. No sirve de mucho así que, con pocos ánimos, me pongo de pie apoyándome de las paredes y camino hasta el lavamanos para hacer algo con el desastre que debe ser mi cara.

Abro el grifo y pongo ambas manos debajo para acumular el agua. Seguido de esto, la echo en mi cara sintiendo cómo el frío del agua despierta un poco mis sentidos. Me siento fatal.

Escucho como tocan la puerta. No tengo que preguntar para saber quién es.

—¿Está todo bien? —no tengo idea de cuantas veces me han preguntado aquello —¿Hayden? —insiste al ver que no respondo.

Respondo con un hilo de voz que no sé si escucha.

—Estoy bien.

¿Cuántas veces he dicho eso y es mentira? Miles.

—Abriré la puerta, ¿está bien? —no tengo ni fuerzas para responder —Allá voy.

Por el espejo observo cómo abre la puerta y saca la llave de la cerradura para ponerla encima de la mesita cerca de él. No me muevo, no hablo, no me doy la vuelta. Mi aspecto es suficientemente lamentable como para no querer mirarme ni yo misma.

Pero debes hacer algo. No lo dejarás hablando solo luego de que se preocupara por ti.

Me giro lentamente hasta que queda en mi campo de visión.

—Discul...

No logro terminar las palabras cuando unas náuseas se apoderan de mí. Siento como el ácido me sube por la garganta y por instinto propio, me volteo con rapidez hasta quedar frente al váter.

Nivel de dignidad: 0.

El líquido espeso de todo lo que he comido en el día cae, haciendo que suene como si fuese una llave abierta. Una con mucha agua.

Un repentino mareo hace que me desequilibre completamente, llevándome directito al suelo, pero no caigo, en cambio, escucho unos pasos apresurados y luego siento unas fuertes manos agarrarme de la cintura. Mi pelo se liga con mi cara y casi se ensucia si no es porque el mismo que me está sosteniendo libera una mano y lo aparta de mi rostro.

Odio este día.

Unos minutos después de haber expulsado toda esa asquerosidad y enjuagado improvisadamente mi boca, no encuentro cómo voltear la cara hacia Dylan. Al final, termino haciéndolo con la nula dignidad que le resta a mi vida.

La Nueva Vida De Hayden ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora