24. Salidas

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De vuelta a Chicago – 2

Ese primer día, me quedé con él durmiendo por lo que restaba de la tarde y la noche. Cuando desperté (Cecilia me llamó para cenar algo), intenté que Patrick bajara a comer algo, pero fue inútil.

¿Adivinen quién tuvo que llevar sándwiches al cuarto y se los hizo comer?

Exacto, su hermosa y considerada amiga, Hayden.

Le iba a golpear cuando me llamó Scarlette.

El segundo día que estuve en su casa, le envié un mensaje a Maddie y otro a Dylan. Ellos se comunicarían con los chicos y les dirían que me he ido y que estoy bien, pero, con otras palabras, porque no dudo que se atrevan a aparecerse aquí pidiendo explicaciones.

También me comuniqué brevemente por el grupo en el que estamos Sav, Mari, Carla y yo. Les había dicho que estoy en Chicago, con Patrick y que en cuanto pueda, pasaré por sus casas y les diré cuándo. No quería aparecerme de sorpresa y encontrármelas tiradas en el suelo por el infarto que les daría.

Me reprocharon por no haberles avisado antes. Pero les expliqué la situación. Ellas sabían más o menos, entonces no fue difícil. También les indiqué que le dijeran a Aiden para que no sea otro en la lista de los que me quieren matar, pues es de los que se atreve a venir en pijama desde su casa para pedir explicaciones.

Hasta ahora, las cosas iban bien... es decir, al menos Patrick hablaba conmigo y comía un poco de las cosas que le preparaba su abuela (quien no paraba de agradecerme por las influencias que tengo sobre su hijo/nieto) y cuando veía que iba a protestar, mis miradas mortíferas le avisaban lo que haría.

Ni yo sabía lo que iba a hacer, pero al menos funcionaba.

Este es el tercer día en el que estoy aquí. Mi amigo está durmiendo y he intentado estar con él el mayor tiempo posible sin atacarlo demasiado y darle su espacio. Porque eso es lo que yo hubiese querido.

Y sí, sé que todos somos diferentes, pero cuando conoces mucho a una persona y tienen gustos parecidos, no es difícil saber lo que quiere.

Por eso soy la más cercana a él.

Y aunque casi no hable y le de pereza levantarse de la cama, sé que está avanzando poco a poco.

Tengo que decirlo, me siento demasiado profesional. Deberían darme un título a la mejor ayudante emocional del mundo.

No, no, no.

¿Qué? ¿por qué?

Porque ese premio es de Dylan.

Gracias por siempre estar de mi parte, conciencia.

De nada, querida.

Bajo las escaleras y me encuentro con Cecilia en la sala, viendo una telenovela con grabación de mala calidad y en blanco y negro. Esas les encantan, me ha dicho que las hacen sentir joven.

Antes de llegar hasta ella, observo su corto cabello canoso y sus flácidos brazos. Patrick no es el único que ha comido poco desde que Steve nos dejó. Es entendible, era su esposo y lo fue por más de cuarenta años. Su compañero de vida, confidente y amor incondicional. Me siento triste por ella. La única persona que le queda es su nieto.

Tomo asiento a su lado y pongo un cojín marrón sobre mis piernas como suelo hacerlo siempre. Ella me sonríe con gentileza y vuelve su atención a la televisión.

—Todo ha sido difícil, ¿verdad? —inquiero. Por un momento ella parece perdida en las luces que proyecta la pantalla.

—Así es —dice sin despegar la vista de las imágenes —. Con él se fue una parte de mí.

La Nueva Vida De Hayden ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora