38. Limitaciones

31 6 4
                                    

Un poquito tarde, pero quise publicarlo hoy. No pediré perdón por dejar el mundo en llamas y no querer arder en él (。・ω・。)ノ♡

Disfruten :D

(***)

—Tenemos que hablar.

Ay, Dios. Ya sí estoy jodida.

En el momento que mamá pronuncia esas terroríficas palabras, a mi mente vino una ráfaga de recuerdos de todas las cosas malas que he hecho desde que nací. Imaginé cada razón por la que me podría pelear, reprochar, castigar o matar.

No soy tan mala persona para merecer la muerte, ¿o sí?

No expreso ninguna señal de preocupación en mi rostro mientras me mira. Eso solo delataría cosas y la llevaría a interrogarme hasta sacarme la última verdad de la boca. Sin embargo, una vez se voltea para subir las escaleras, puse mi cara de todas formas posibles.

Escucho a Asher reír desde su puesto en el mueble. Divirtiéndose de mis desgracias como el buen, excelente y comprensivo hermano que es. Nótese el sarcasmo.

Sigo a mamá hasta su habitación. Cuando cierro la puerta ya ella está sentada en la cama, esperando por mí para asesinarme o no sé qué. El caso es que tomo asiento a su lado, tragándome los nervios y la preocupación que no tengo idea de dónde vinieron. No he hecho nada malo últimamente, que yo sepa.

—Iré directo al punto —habla con seriedad.

Gracias a Dios, porque los rodeos solo iban a ponerme peor.

—Vale —digo para que prosiga.

Hilary toma una respiración profunda, cerrando los ojos en el acto. No sabe cómo decirme esto, ¿será algo malo?

¡Habla ya, mamá!

—Tus permisos para salir están limitados a partir de hoy.

Y lo suelta así, como agua.

—¿Qué? —sueno incrédula.

¿Disculpa? Tengo casi dieciocho años y me dijo que iba a ser más permisiva desde que cumplí los dieciséis. ¿Dónde queda eso? No entiendo en absoluto por qué hace esto. ¿Limitados? ¿a qué carajos se refiere?

Decir que mi cara es un poema sería poca definición para como estoy en este momento. Creo que hasta ella se sorprendió un momento por mi reacción, pero no duda a la hora de ponerse seria nuevamente y explicar la situación.

—Últimamente has estado saliendo demasiado —me mira con desaprobación —. Casi todos los días, para ser exactas. Incluso si has tenido clases. Además, muy pocas veces me informas hacia dónde vas y con quién.

No puede ser.

—¡Pero tú conoces a mis amigos! —alzo un poco el tono inconscientemente.

—Modera tu hablar hacia mí, señorita —reprocha de inmediato —. No se te olvide que soy tu madre y estoy en mi completo derecho de decidir cosas hasta que seas mayor —cambia su cara a una más comprensiva —. Cariño, tengo miedo de lo que te pueda pasar allá fuera.

Y sí, solo ella podía ser dura y dulce en una misma conversación.

Le suplico con la mirada.

—Pero sabes que siempre estoy con Maddie, Dylan y los chicos, mamá —rebato, señalando en dirección de la casa de los mellizos —. Los conoces a todos y no creo que me pueda pasar algo estando con ellos.

Ella niega con la cabeza.

—No me sirve que creas cosas, Hayden. Ellos son jóvenes al igual que tú. No puedes pretender que hagan el papel de tus guardaespaldas.

La Nueva Vida De Hayden ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora