25. Discusiones

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De vuelta a Chicago – 3

Respiro con poca calma. No me altera en absoluto lo que está haciendo con la chica, sino el hecho de verlo después de cómo se apareció en mi casa aquel día en que Maddie, Dylan, Marline y José estaban cenando, como nuestras visitas especiales.

¿Qué creías? Estás en su ciudad, dónde vive. En algún momento debiste pensar que te lo podías a encontrar.

Pero no tan cerca ni tan rápido.

—Intenta no llamar la atención —susurro bajito a Patrick, observo con el reojo cómo asiente —. Pasaremos sin que nos vea.

Pero en el fondo sentía que era inútil hacerlo, porque de repente sentía la moto más ruidosa, el aire más pesado y el perfume que uso regándose por el mundo entero. Temía que me viera, entrara en conversación conmigo y termináramos discutiendo como siempre. Ya estoy harta de él.

Acelero el vehículo tratando de no enfocarme en el ruido que hace. Callum no sabe que estoy aquí, pues solo salí de la casa de Cecilia una vez, cuando mi amigo estaba durmiendo y sentía que era hora de visitar a las chicas. Decir que se pusieron locas, es demasiado poco. Literalmente se me tiraron encima.

Llego finalmente a la entrada de la casa de Savannah. Patrick se desmonta del asiento y hago lo mismo, siendo lo más discreta posible. Él nota que estoy un poco tensa y hace el esfuerzo de ocultarme detrás de su figura cuando toco el timbre de la casa color crema en la que estuve casi diario hace un par de meses. En medio segundo Mari, Sav y Carla salen seguidas de Aiden.

Y gritan.

—HAYDEEEEEEEEEEEN, PATRIIIIIIIIIIIIIICK —se escuchan los chillidos de Maritza por toda la calle.

Por. Toda. La. Calle.

La discreción se fue a la mierda.

Por acto reflejo, volteo a ver cinco casas adelante.

Error. Grave error.

Está volteado mirando hacia aquí, con cara atónita. Ya no se encuentra besando a la chica de pelo rojo, sino que está frente a la puerta cerrada de la casa y al parecer se encaminaba a su auto.

Aiden sigue la dirección en la que estoy mirando.

—Ah, no —niega —. Ese cara de estante no va a arruinar su visita —se arremanga la sudadera que tiene puesta y me aparta suavemente —. Me encargaré de él, solo intenten que nadie llame a la policía.

Cuando comienza a caminar, lo agarro del gorro de la sudadera haciendo que se detenga.

—¡Yo me uno! —habla Carlota.

Dios, si ella va, le parte la cara entera.

—¡Vamos! —le sigue Mari.

No espero a que Sav se les una, es la más tranquila de...

—¡Hay que partirle la cara a ese imbécil! —me sorprende.

Jesús, aquí se va a armar un gran lío. No puedo permitir...

—¡Es hora de que deje en paz a nuestra Scarlette! —expresa Patrick.

Maldita sea. Ahí estaba el apodo otra vez.

—¡No! —grito. Todos se detienen en seco y voltean hacia mí.

Miro brevemente a Callum. Viene hacia acá con pasos rápidos. Casi corriendo. Maldito insistente. Ni siquiera se ha intimidado por los chicos, pues tiene la mirada fija en mí.

Me apresuro a que los demás entren.

—Es mi ex —comienzo y empujo a las chicas dentro —, no quiero parecer una perra por rechazar la ayuda de ustedes, pero tampoco pienso que me vea como alguien protegida por las personas a su alrededor —meto a los orangutanes de Aiden y Patrick a la casa —. Ya Dylan y Maddie me salvaron una vez. Me toca hacerlo sola y dejarle en claro de una vez por todas que, si me vuelve a joder lo tiraré a las vías del tren dos segundos antes de que pase.

La Nueva Vida De Hayden ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora