CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO

1.9K 101 77
                                    

Cuarenta y ocho horas habían transcurrido desde que la Doctora Gruber dejó de tomar la píldora.

Cuarenta y ocho horas casi ininterrumpidas de sexo duro con su marido.

El cuello del fiscal Casas tenía moretones y rasguños no tan superficiales en la espalda.

Scarlet disfrutó barrerlos con la punta de su lengua y degustar esas escasas pero preciadas gotitas de sangre.

Su hombro izquierdo era decorado por las marcas de los dientes de Mario. También había huellas de mordidas en ambos glúteos.

Dolían. Pero se trataba de un dolor que le excitaba porqué le hacía rememorar la razón por la que habían sido puestos ahí. Fueron momentos estupendos. Así que no...Ese estaba años luz de convertirse en una un problema.

El verdadero conflicto es que había renunciado a ser ella misma.

Colocó sus sueños en hielo sin pensarlo dos veces, sin mirar atrás, sí, así como en la canción de "The Killers" con Phoebe Bridgers, y ahora sería cuestión de semanas, tal vez de días...Y la Psiquiatra recogería una prueba positiva de embarazo.

Ella nunca quiso convertirse en madre. Sin embargo, podría intentar, al menos esforzarse por ser una buena.

Eso fue lo que deseó mientras contemplaba aquella conmovedora escena: No era otra que Matías abrazando con más alma que fuerza a su pequeño Matty; Ella sonrió, al fin había conseguido juntar a ese par y también las piezas del puzzle que faltaban para que la realidad hiciera sentido en su cabeza, al fin aceptó para sí misma que en su matrimonio no existía amor...Porqué por más que disfrutara de tener relaciones sexuales con Mario, cuando lo hacían había más fuerza que alma.

Esa realización le motivaba para repetirse a sí misma que había tomado la mejor decisión: Pagaría el alto precio una y otra vez para observar cómo los ojos de los dos Matías se deshacían en agua salada, pero por primera vez en mucho tiempo para ellos dos, se trataban de lágrimas de felicidad y no de amargura.

-¿Cómo conseguiste todo esto?- La Mirada del Psicópata Americano era puro agradecimiento pero sobre todo felicidad mientras cargaba al niño.

-¿Te refieres a que te quitaran las esposas para poder abrazar a tu hijo?- Le sonrió, incluso disimulando una lagrimita que se le quería escapar por el rabillo del ojo. Estaba muy conmovida.

-A todo- Fue su respuesta que pudiera parecer escueta, pero es que la emoción se le desbordaba por el pecho y las frases no fluían.

-Bueno con respecto a la visita de Matty pues fue un permiso especial que otorgó el juez y con respecto a que el Niño se quede bajo la protección de la Señora Hansen, eso también fue cosa del Juez- Se encogió de hombros como si no tuviera idea de nada.

-Claro y el juez solamente dictaminó y firmó todo eso porque le parezco guapo y carismático- Puso de nueva cuenta a Matty en el suelo. -Oye ya pesas mucho- Le susurró al pequeño.

-Señor Novoa- Se dirigió a su paciente con mucha seriedad. -No creo que el juez tenga tan mal gusto- Scarlet rodó los ojos. -Y no es que tu hijo esté pesado, más bien su papá está perdiendo masa muscular-

-Papi, me quiero quedar otro ratito- Les interrumpió el pequeño clon de Matías.

-No se puede enano, tienes que irte con la Doctora y después regresas a visitarme, ¿De acuerdo?- Se arrodilló para quedar nuevamente a la altura de su hijo.

-Pero yo me quiero quedar a vivir aquí contigo, incluso puedo dormir en el piso- Su vocecita era tierna y suplicante a la vez, provocando que a los dos adultos se les hiciera mierda el corazón.

EL HUBIERA SÍ EXISTE  (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora