CAPÍTULO CUARENTA Y TRES

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Si un ser humano se convierte en bestia...
¿La bestia tendría la capacidad para recuperar su condición humana?

Esa mañana Camila se sentía más sola y más vacía por dentro que nunca antes.

Tanta soledad y tanto vacío le calaban hondo en los huesos.

El dolor almíco era tan intenso que generaba una ilusión tal, como si su sistema óseo se encontrara roto, casi pulverizado.

Todo su cuerpo temblaba de la vergüenza y desesperación.

Observó la hora en su reloj de muñeca que reposaba en el buró.

09:33

Había sido un regalo de Lauren.

Unos pocos meses atrás las cosas eran tan distintas, casi idílicas. Y ahora, bueno, ahora solamente eran y ya.

Se levantó de la cama completamente desnuda y taciturna, lanzando a donde fuere las sábanas que tímidamente cubrían su silueta.

Los pasos hacia el baño los dio de manera pausada y sigilosa para no despertar a la persona que yacía al otro lado del colchón.

Una vez dentro abrió el grifo del agua y comenzó a lavarse la cara para intentar desaparecer esa textura pegajosa que tanto comenzaba a repudiar.

Se miró en el espejo y notó marcas púrpura en su cuello y hombros...Vestigios de una noche larga.

Tomó todo el aire que fue capaz en una inhalación hasta llenar sus pulmones.

Nada de esto resultaba sencillo.

Agarró la botella con enjuague bucal del mueble de madera y le dio un trago generoso.

Hizo buches de forma repetida pero aún así el sabor a semen no desaparecía de su boca.

¡Que puto asco!

Escupió con rencor en la coladerilla del lavamanos.

-Camila- La voz llamándola por su nombre la hizo brincar.

-Me asustaste- Enunció sinceramente y algo sobresaltada llevándose una mano al pecho pero sin volverse.

Se sentía indefensa, sucia, indigna, incapaz de mirarlo a los ojos con plena luz de día y las cortinas abiertas.

-Vístete- Ordenó él, únicamente con los bóxers puestos y el pantalón en mano.

La Dermatóloga de pronto se sintió demasiado pudorosa y le cerró la puerta en las narices a Michael Jauregui. Entonces aprovechó su pequeña privacidad para orinar.

Mientras tanto, el hombre de mayor edad permaneció de pie, observando cada detalle de la madera con que la puerta había sido elaborada. Desde la primera vez que la vio por Amazon le encantaron esos acabados, por eso decidió comprarla y ahora podía darse el lujo de disfrutar de la vista cada vez que así lo deseara, pero no podía engañarse a sí mismo...

Los costosos muebles de su apartamento no lo iban a salvar de la cagada monumental que había cometido durante la madrugada cuando una femme fatale llamó a su puerta para pedirle, no, pedirle no, suplicarle que detuviera todo.

Lo besó con tanta pasión en los labios solamente para intentar disuadirlo de que encerrara a Lauren.

Camila se le ofreció como un tributo, como un trofeo, como una esclava, como objeto sexual para que él hiciera y deshiciera con ella a placer.

En un principio él la rechazó, quería escapar de ese bucle de destrucción infinita, sin embargo, el cuerpo de esa mujer era su perdición, su trasero en perfecta forma, su olor, esos labios que llevaban grabada la palabra lujuria en color rojo...La morena era como un pulpo que lo seducía y lo atrapaba con cada uno de sus tentáculos, convirtiéndolos en amarras que para Michael fueron imposibles de cortar.

EL HUBIERA SÍ EXISTE  (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora