Capítulo 6

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En la casa de los Latimer, Beth y Chloe se preparan para comer. Han cocinado ambas, compartiendo un cercano momento que echaban de menos. Hacía mucho tiempo desde que no se juntaban para hacer algo juntas. La excusa de hacer la comida ha sido justo lo que necesitaban para distraerse un poco de los recientes acontecimientos. Ponen la mesa, y mientras coloca los cubiertos la mirada castaña de Beth se posa en el asiento vacío que preside la mesa. Nuevamente, Mark se ha esfumado. No puede evitar pensar que está ocultándole algo. Otra vez. Chloe, que nota la incomodidad de su madre una vez se sientan en la mesa para empezar a comer, decide intentar contactar a su padre.

—¿Lo intentamos otra vez? —indaga, habiendo alzado su vista de su plato, posándose en su madre. Tiene la mano derecha sobre su teléfono móvil, preparada para marcar el número de su padre.

—Lo haré yo —niega Beth, decidida a que su hija no pierda ni un segundo más—. Tu empieza —le indica, alargando su brazo derecho hacia su teléfono móvil, mientras que Chloe toma el tenedor en su mano derecha, hincándoselo a la comida con voracidad. Llevan esperando a su padre al menos una hora, y está francamente hambrienta. El teléfono da tono por unos segundos antes de pasar al contestador. Beth suspira pesadamente—. Eh, hola. Estamos comiendo. Pensé que habías dicho que ibas a volver... Espero que todo vaya bien. Dime algo —le pide, antes de colgar la llamada, ya algo exasperada por sus ausencias injustificadas.

—Estará bien —intenta animarla Chloe.

—Sí...

—¿Por qué no le gusta estar en casa ahora? —cuestiona la adolescente. Confusa.

Beth, a sabiendas de que no puede contarle a Chloe la verdad (que no sabe dónde diantres está), decide inventarse algo para salir del paso. Es una mentirijilla piadosa. No hará daño a nadie. Mientras pincha con el tenedor en la comida, suspira pesadamente.

—Están muy ocupados Nige y él.

Como excusa es una mierda. Y ella lo sabe. Vuelve su vista hacia el plato justo en el momento en el que las noticias sobre el juicio de Danny aparecen en el telediario. No puede creer que vayan a pasar por un juicio. Aún no se lo quita de la cabeza. En la pantalla está ahora esa fotografía que repartieron de su querido Dan, con su uniforme del colegio, azul, que resaltaba sus preciosos ojos. El corresponsal en el palacio de justicia de Essex está declarando que la abogada del señor Joseph Michael Miller, Sharon Bishop, ha ratificado la inocencia de su cliente.

Jocelyn Knight, quien está en su casa, tras haber mantenido esa tensa y nada agradable discusión con los Latimer, está sentada en su butaca, en la sala de estar. Su mirada está concentrada en uno de sus libros favoritos, aquel que no leía desde su más tierna infancia. Le trae muchos recuerdos. En ese preciso instante, ese breve paraíso y momento de paz, se ve interrumpido bruscamente por la noticia que aparece en televisión: Sharon Bishop ha tomado el testigo de Abby Thomson, y es ahora la abogada de Joe Miller. Siente que un escalofrío la recorre de arriba-abajo al reconocer a su antigua alumna. No puede ser. Si ella representa a Joe Miller en el caso y los Latimer no encuentran un buen abogado...

—Oh, eso no me parece justo —sentencia, claramente molesta.

Algo ha cambiado en su interior. No solo por la impotencia de ver cómo Joe Miller consigue la ayuda de una brillante abogada, sino por su propia impotencia de dejar las cosas como están. No puede quedarse quieta en su casa, regodeándose en su autocomplacencia, como dijo Maggie tan acertadamente. Hay alguien que la necesita. Y su deber es ayudar a esa familia. No puede dejar que Sharon se salga con la suya. No en este juicio. No en este caso. No esta vez.


En la abandonada caravana número tres del parque de caravanas, Mark Latimer, que sigue sin comunicarse con su familia, echa un vistazo ladeado a su teléfono móvil. Está sobre una mesita cercana a un sofá. Nuevamente vibra, indicando una llamada entrante. Apenas tiene que echarle un vistazo a la pantalla para comprobar que se trata de una llamada por parte de Beth, su mujer. Pero en este momento nada de eso le importa. Está feliz en este momento, jugando al FIFA en la PlayStation 3 de Tom Miller, quien está sentado a su lado. Es el turno de Mark para hacer un tiro a puerta. Se prepara, controla los sticks y los botones del mando y... ¡Gol!

La Verdad tras la Justicia (Broadchurch)Where stories live. Discover now