Capítulo 10

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El fin de semana pasa tan rápido como ha llegado, sin siquiera dejar constancia de su presencia. De esta forma, el día tan esperado ha llegado: 14 de mayo. El juicio contra Joe Miller está a unas pocas horas de comenzar, y Jocelyn Knight está preparándose para personarse en el juzgado de Wessex. Mientras los rayos de sol se cuelan por la ventana de su oficina particular en su propio piso, la abogada de la familia Latimer está de puntillas sobre una de las sillas de la cocina, extendiendo sus brazos hacia una caja negra en la parte más alta de su estantería. En ella guarda su peluca, la que utiliza en el ejercicio de su trabajo. Una vez la ha asido, baja de la silla, colocando la caja sobre la mesa de la oficina. La abre con algo de reticencia, y en cuanto la prenda queda a la vista, miles de recuerdos la inundan en ese preciso momento. Recuerdos de sus casos anteriores, de las victorias y derrotas... Y de las personas que los protagonizan. Recuerda todo aquello mientras alza la peluca a sus fosas nasales, aspirando esa fragancia tan conocida para ella, y que tanto ha extrañado a pesar de su negativa inicial a continuar su trabajo. Cuando decide volver a la realidad, la vista que se enfoca en el horizonte tras la ventana es determinada: este es su trabajo. Tiene que defender a los Latimer. Y no piensa perder. Es el momento de ir a la batalla.


Entretanto, en la sala adyacente a la penitenciaría de Wessex, Abby Thompson está ayudando a Joe Miller a adecentarse para el juicio que está previsto que empiece esa mañana. Tiene en sus manos dos corbatas: una celeste y otra azul marino. Incluso un detalle tan discreto como elegir el color de una corbata podría ayudarlos en el juicio, pues ayudará a vender una imagen u otra del acusado al jurado. Joe, que va vestido de traje, está indeciso sobre cuál escoger. Por su parte, Sharon Bishop está sentada en el banco de la estancia revisando los últimos detalles del caso, y mientras lo hace, indica a Joe qué debe hacer mientras esté presente en la sala judicial.

—No se altere, no se ponga a farfullar, no niegue con la cabeza si algún testigo dice algo con lo que no está de acuerdo... Manténgase neutral y evite el contacto visual con los miembros del jurado —lo informa en un tono sereno, mientras que Joe, quien ha escogido la corbata celeste, se la empieza a anudar al cuello de la camisa blanca—. Mejor la azul marino —añade sin despegar la vista del fichero que tiene en su regazo, con Joe y Abby intercambiando una mirada ligeramente sorprendida, pero obedeciendo sus instrucciones sin rechistar a los pocos segundos.

Unos minutos más tarde, Sharon está esperando en el pasillo de los juzgados de Wessex a la jueza que debe llevar adelante este proceso judicial. Al igual que ella, Jocelyn está allí, también vestida formalmente con un traje de oficina negro, zapatos de tacón y su maletín de oficio. Ni siquiera se dirigen la palabra mientras esperan. ¿Para qué hacerlo? Ahora son enemigas, y no deben desvelar nada acerca de sus respectivas estrategias. Por si fuera poco, Sharon aún siente un profundo rechazo por Jocelyn tras su negativa de hace unos años, y está empecinada en ganar este caso con los medios que sean necesarios. Tras esperar unos diez minutos aproximadamente, finalmente una mujer de ascendencia hindú con un atuendo deportivo aparece por el pasillo. En su mano izquierda lleva un casco de bicicleta, mientas que en su derecha lleva dicho vehículo plegado sobre sí mismo. Colgado del hombro izquierdo está su bolso, en el cual lleva sus efectos personales.

—¡Lo siento! ¡Lo siento: me he perdido! —se disculpa Sonia Sharma al posar su vista castaña en las abogadas del caso del que debe ocuparse. Éstas le dedican unas leves sonrisas, como si quisieran tranquilizarla. Al fin y al cabo, el juicio no puede empezar sin su presencia—. He venido en bici y me he equivocado de camino —se lamenta con evidente mortificación la jueza, pasando junto a las abogadas en dirección a su despacho. Éstas se levantan de sus asientos nada más pasar la jueza frente a ellas, siguiéndola a los pocos segundos—. Aun me cuesta situarme... Sí —da una ligera mirada al número del despacho, cuyas llaves tiene sujetas en la mano izquierda, al igual que el casco. Es en ese momento cuando finalmente se vuelve hacia las dos abogadas con una sonrisa en los labios—. Bueno, ¿cómo están las dos? —cuestiona, antes de extenderle una mano a la abogada de Joe Miller, a quien ya conocía anteriormente—. Sharon, me alegro de volver a verla —la aludida le devuelve la sonrisa que le dirige con educación, estrechándole la mano con efusividad—. Jocelyn, creo que no... —le estrecha la mano, dejando la frase sin acabar, pues está claro que no se conocen con anterioridad.

La Verdad tras la Justicia (Broadchurch)Where stories live. Discover now