Capítulo 30

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Los dos compañeros y amigos no tardan en encontrar a Ellie, quien, al igual que Cora, está llena de ira, resentimiento, impotencia e ira. Está apoyada en una de las barandillas en una de las terrazas exteriores. Han tardado unos cuantos minutos en recorrerse casi todo el complejo en su busca. Por suerte, se han topado por el camino con el resto de la familia de la castaña, quienes les han dado indicaciones sobre dónde encontrar a la veterana policía de ojos pardos y cabello rizado. En cuanto la controladora de tráfico, que piensa recuperar su puesto de sargento, se percata de la presencia de la pelirroja a su espalda, se gira hacia ella.

—Dios, Cora —apenas tiene palabras cuando la mira a los ojos—. Lo siento tanto...

—Yo también, Ell... Yo también.

Ambas saben que sienten lo mismo, de modo que comparten un fuerte y cariñoso abrazo, apoyándose en estos duros momentos. Ambas han sido torturadas en este juicio. Ambas han tenido sus vidas expuestas y retorcidas de tal forma en el estrado, que les ha provocado pesadillas los días venideros. Y ambas han sido víctimas de Joe, cada una de una forma distinta. Es un privilegio terrible el estar unidas como algo más que buenas amigas, porque ahora las une también el dolor y la cólera, pero por lo menos, se tienen la una a la otra.

Sin embargo, Alec tiene otros planes en mente, y las va a necesitar a ambas, de modo que, una vez las dos buenas amigas rompen el abrazo, interviene con un tono de voz sereno, pero marcado indudablemente por la rabia y el resentimiento.

—Vale, Miller, escúcheme —comienza, y ella aprieta los dientes nada más escuchar el timbre de su voz: como diga algo estúpido, ni Cora podrá impedir que le suelte un puñetazo en su cara de idiota—. Esa ira que siente ahora mismo, es rabia —recalca mientras la observa a los ojos—- Así es como llevo despertándome cada día de los últimos dos años, sabiendo que Lee Ashworth se había librado.

—No se atreva a decirme que debo pasar página —le advierte la castaña en un tono afilado, antes de posar su mirada parda en su compañera mentalista, quien ahora se ha cruzado de brazos en una actitud seria—. Ni a Cora tampoco.

—Oh, no quiero que pase página, ni Lina tampoco —responde él en un tono serio, negando con la cabeza—. Quiero que ambas aviven bien esa ira, y la alimenten en su interior, como yo —la muchacha de veintinueve años asiente en silencio, pues está de acuerdo con su afirmación: ahora mismo la ira es lo único que tienen para mantenerse al pie del cañón—. ¡Ahora necesito a alguien que esté tan enfadado como yo, porque vamos a cerrar el caso de Claire y Lee Ashworth, hoy! —exclama, dejando claro cuál es su plan en estos precisos instantes, y ahora que cuentan con la colaboración de la policía de Broadchurch, incluyendo a Ava Stone, la jefa de Lina, no piensa desperdiciar esta oportunidad que se les ha presentado—. ¡Cueste lo que cueste!

—Juntos —reafirma la muchacha taheña de ojos cerúleos mientras asiente con la cabeza—. Hasta el final —añade esa última parte, siento en remanente de aquella tácita promesa y acuerdo que ambos hicieron en el pasado, cuando se prometieron cuidarse las espaldas, habiendo trascendido ese acuerdo, pues ambos han mantenido esa promesa desde entonces.

—¡Oh, venga ya, Cora! —exclama la castaña de cabello rizado en un tono casi irónico—. Después de todo lo que ha pasado, ¿crees en serio que voy a ir con vosotros?

—Sí, lo creo —afirma la mentalista con confianza—. Y Alec también —asevera, y el aludido asiente, algo descolocado porque su novata haya utilizado su nombre en presencia de Miller—. Tanto tú como yo somos víctimas de Joe, Ell, y sabemos lo terrible que puede llegar a ser —comenta, y la aludida asiente lentamente, pues sabe que tiene razón—. Ni tú ni yo podemos hacer ya nada para cambiar lo que ha pasado en el tribunal, pero podemos asegurarnos de que encerramos a otro asesino —el tono de su voz adquiere un filo gélido casi al final, y un destello de determinación aparece en sus ojos celestes—. Esa ira que sentimos es nuestra mejor arma ahora mismo: es gasolina, y vamos a hacer algo productivo con ella —Ellie asiente ante sus palabras.

La Verdad tras la Justicia (Broadchurch)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora