Capítulo 15

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Para cuando Ellie se presenta en la rustica y bonita casa de Claire, ya es mediodía. Ha cambiado su habitual atuendo de sargento de policía por un conjunto más festivo y holgado. Es el tipo de ropa que solía usar cuando salía a cenar o a tomar algo por ahí con Beth y sus amigas, además de con Joe. El conjunto es sencillo, consistente en una camiseta de tirantes blanca, una chaqueta de lana negra no demasiado larga, pantalones vaqueros y unas bailarinas negras. Asimismo, se ha engalanado el cuello con un collar de cuentas negras y blancas. Tiene su bolso marrón colgado de la clavícula izquierda.

Toca la puerta, y Claire aparece en su campo de visión, nada más abrirla. La observa con una ceja arqueada, algo sorprendida y suspicaz por verla allí.

—¿Qué quieres? —cuestiona, y parece escanear con su mirada verde su entorno, como si esperase encontrar a Hardy agazapado tras unos matorrales cercanos.

Ellie espera que las lecciones que ha ido aprendido de su buena amiga taheña hayan servido de algo, pues ahora debe disimular y fingir que necesita despejar su mente. Va a necesitar cambiar su comportamiento de manera que Claire no lo advierta, para así, sonsacarle información. Necesita, como le ha dicho su amigo y jefe, acercarse a Claire. Entrar en su círculo de confianza: convertirse en su amiga. No es que apruebe los métodos de Alec Hardy, pero hasta ella reconoce que se están quedando sin alternativas. Y sinceramente, prefiere encargarse ella misma de esta parte del trabajo, pues tácitamente, Hardy y ella parecen haber acordado el no exponer a Coraline a más situaciones desagradables.

—Oye, sé que metimos la pata —se sincera, disculpándose implícitamente por lo sucedido el día anterior, mientras comprueba el comportamiento no verbal de la morena—. Pero ¿cómo pudiste decir que necesitabas protección, y luego marcharte con él? —indaga en un tono confuso, colocando sus manos en sus caderas, adoptando esa actitud de madre tan característica suya, la cual le servía antaño para hacer que Tom confesase alguna de sus travesuras. Pensar en él hace que por un momento la congoja vuelva a su pecho, aprisionándoselo con fuerza.

—Lo sé —admite Claire tras suspirar—. Debería haber sido más fuerte. Lo siento —se disculpa en un tono más bajo, resistiéndose a la idea de preguntarle a la castaña sobre el paradero y la situación de la pelirroja, pues la curiosidad la invade: queda claro que hay un asunto no resuelto entre la mentalista y el inspector. En lugar de eso, decide acercar posturas con Ellie—. ¿Cómo estás tú?

—Llevo varios días sentada en los juzgados sin saber si van a llamarme o no —responde la expolicía en un tono factual, dejando entrever su evidente cansancio y frustración por ello—. He conseguido que mi canguro, cuando Cora no puede hacerlo, se quede con Fred esta noche —le confiesa, y Ripley parece mínimamente sorprendida por la dedicación que la pelirroja de piel de alabastro profesa a sus allegados—. Están locamente enamorados —bromea, y ambas se carcajean—. Había pensado en emborracharme. ¿Qué me dices? —le propone, habiendo planeado esta pequeña excusa para intimar con ella desde esa mañana, cuando Alec Hardy se lo ha pedido.

Claire parece algo reacia a abandonar aquellos muros que antes consideraba una prisión. Medita cada palabra, y el ofrecimiento de esta mujer, que está pasando por una experiencia similar a la suya, hasta que finalmente, una sonrisa agradecida cruza sus labios. ¿Por qué no? Hace tiempo que no sale a divertirse, y diría que se lo ha ganado con creces tras los acontecimientos de los últimos días.


Entretanto, la casa de los Latimer está a rebosar de flores, felicitaciones, globos, juguetes y comida por el nacimiento del nuevo miembro de la familia. Beth se ha esmerado en decorarlo todo, aspirando con evidente deleite la fragancia a flores frescas que ahora inunda la sala de estar, gracias a los múltiples ramos que ha ido colocando por las distintas habitaciones. Chloe, que está en su habitación, se encuentra chateando con Dean por teléfono. Le expresa su disgusto por su marcha, puesto que ni siquiera se despidió de ella, y solo supo que se había marchado a estudiar por un mensaje enviado dos días más tarde. Él admite que fue un gesto cobarde, pero que debía alejarse de Broadchurch, y por consiguiente de ella. Del ambiente. Chloe le dice que es un imbécil, espetándole que nunca la ha querido en realidad, y opta por bloquear el número, impidiéndole contactar con ella nuevamente. Al menos hasta que se le pase el enfado. Por su parte, Mark abre la puerta principal, cuyo toque los alerta a Beth y él de la llegada de Paul Coates, el vicario, a quien han invitado para que pueda darle la bienvenida a la bebé a la comunidad.

La Verdad tras la Justicia (Broadchurch)Where stories live. Discover now