Capítulo 14

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Sharon Bishop se encuentra ahora en una penitenciaría alejada de los juzgados de Wessex. Ha recorrido un largo trayecto en coche para llegar hasta allí, y así poder ver a Jonah, su hijo, a quien condenaron injustamente por un crimen que no cometió. Simplemente se encontraba en el lugar equivocado en el momento equivocado. La abogada negra conoce perfectamente cómo es su hijo, así como su talante: es imposible que él hiciera aquellas cosas de las que se le acusa.

La abogada repasa en voz alta el caso con su hijo, quien está sentado frente a ella en una mesa dispuesta para las visitas de familiares y abogados.

—Han solicitado más información sobre los detalles del arresto, y las declaraciones de los testigos —le comenta en un tono factual y profesional. Está acostumbrada a hablar así con sus clientes, pero el joven que tiene frente a ella es su hijo. Y no es nada fácil—. Luego veremos si hay alguna base para una apelación.

Jonah, que ya ha escuchado mil y una veces el termino apelación, simplemente se encoge de hombros, abatido. Cuando habla, su voz es desganada. Es como si hubiera perdido las fuerzas para levantarse y pelear.

—Vale...

Como madre, a Sharon le parte el corazón ver esto, pero como abogada, no puede dejar que termine de desmoronarse.

—Tienes que mantener una actitud positiva —le recuerda, y Jonah decide contestar en un tono pesimista.

—Me quedan seis años más aquí. ¿Cómo voy a ser positivo?

Bishop suspira pesadamente, y decide que es el momento de abandonar su papel de abogada para centrarse en su papel de madre. Toma asiento en la silla frente a la de su hijo, entrelazando los dedos de sus manos en un gesto cercano y conciliador.

—¿Qué tal la comida? —no sabe qué más podría preguntarle, dadas las circunstancias, así que opta por abordar un tema de conversación habitual entre madre e hijo. Sin embargo, el joven negro la observa con una ceja levantada, pues es una pregunta un tanto extraña en esta situación.

—¿Hablas en serio? —cuestiona, incrédulo, dejando en evidencia con esa pregunta retórica que, la comida de una cárcel no es precisamente de cinco estrellas—. ¿Cómo va tu juicio? —indaga, pues ha visto cómo el caso tenía un gran seguimiento mediático en la televisión.

—De momento bien —asegura Sharon, quien claramente cree que tiene la sartén por el mango—. Es pronto —añade, antes de que la sirena de fin de reunión suene, con sus ojos castaños posándose en su reloj de muñeca, percatándose de la hora—. Oh, tengo que irme —le informa en un tono apresurado, recogiendo sus papeles, bolso y abrigo, levantándose de la silla—. Tengo un largo camino de vuelta, y me esperan en los juzgados —se explica, como si necesitase justificarse ante él, cuando Jonah comprende perfectamente el tipo de trabajo que realiza su madre—. Siento no poder quedarme más —contempla cómo su hijo se levanta de la silla brindándole un abrazo cariñoso—. Te quiero.

—Yo también te quiero, mamá —responde Jonah, rompiendo el abrazo a los pocos segundos, habiéndose asegurado de que ninguno de los otros reclusos de su módulo los haya visto, pues sabe cómo se las gastan en sitios así.

—Intenta ser fuerte —le pide, pues para Sharon, su hijo lo es todo.

—Sí. No te preocupes por mí.

—Vale —asiente con la cabeza, no demasiado convencida, pero se fía de la palabra de su hijo. Al fin y al cabo, es un chico honrado de buen corazón—. Volveré tan pronto como pueda —se despide finalmente, antes de comenzar a caminar para salir de la sala, y por consiguiente del recinto penitenciario. Le duele horrores dejar a su hijo allí, sin protección, pero sabe que, ahora mismo, lo mejor que puede hacer por él, es creer en su inocencia e intentar demostrarlo como sea.

La Verdad tras la Justicia (Broadchurch)Where stories live. Discover now