Capítulo 24

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Antes de ir a la sesión del juicio que se celebrará hoy, el 25 de mayo, donde Mark Latimer deberá testificar en contra de Joe Miller, la controladora de tráfico de cabello castaño ha decidido acercarse hasta la casa de Claire para intentar hablar con ella. Quizás pueda convencerla de que diga la verdad. Que admita lo que realmente pasó aquella noche que Lisa y Pippa desaparecieron sin dejar rastro. Conduce el coche por el bello fiordo inglés que precede a la casa de la morena de ojos verdes, habiendo atravesado el verde y frondoso bosque que le precede. De pronto, apenas está bajando la colina para dirigirse a la campechana casa, observa una figura de pie a la izquierda de su posición, sola, de pie, en el fiordo. Está vestida de negro de pies a cabeza, y observa el horizonte. Detiene el coche entonces: es Claire.

La que antaño fuera una sargento de policía se apea del coche, tras detener el motor y habiendo observado que no viniera nadie tras ella, acercándose a la figura oscura que destaca contra el bello paisaje inglés.

—¿Estás bien? —cuestiona, acercándose con pasos cautelosos—. ¿Qué estás haciendo?

—¿Te ha contado lo que hizo ayer? —le espeta en un tono claramente molesto.

—Sí —afirma la mujer con el chaquetón naranja, caminando hacia ella.

—Oh, claro —Claire alza los brazos con un tono irónico—. Y te envía a ti, ¿verdad? —cuestiona tras cruzarse de brazos—. ¿Por qué no envía a Coraline? Ya que parece su mascota...

—Solo he venido a ver cómo estabas —sentencia la controladora de tráfico de cabello castaño, intentando ignorar las palabras que la mujer de ojos oliva ha dirigido contra su buena amiga.

—Puse mi vida en sus manos, ¡y me arrastró hasta aquí, a este agujero de mierda, para esconderme! —exclama la que antaño trabajase de peluquera, pues se encuentra realmente molesta por la decisión del inspector de cabello castaño—. Confié en él —se queja con una voz ligeramente entrecortada—. No he hecho nada malo, y ahora me deja tirada —sentencia con rencor, y para este momento, Ellie ya ha llegado a su lado—. ¿Puedo irme a vivir contigo? —cuestiona de pronto, cambiando su actitud de manera imprevista, sorprendiendo a la castaña de cabello rizado.

—No funcionaría —quiere encontrar la forma de negarse sin parecer brusca—. Vivo en un estudio diminuto cerca de la estación de Devon.

—¿Y en tu casa del pueblo? —insiste la mujer de cabello oscuro en un tono de súplica.

—No —esta vez, Ellie se niega de forma flagrante, pues ahora empieza a ver cómo su buena amiga ve a Claire: es una experta en jugar con las emociones ajenas para manipular a las personas, y es exactamente lo que estaba haciendo con Hardy hasta ahora. No va a permitir que le haga eso a ella.

—¿Por qué no?

—No quiero que vivas allí —finalmente deja las cartas sobre la mesa, exponiendo sus verdaderas intenciones. Además, en caso de recuperar a Tom, quiere disponer de su casa para rehacer su vida junto a sus hijos.

—Creía que éramos amigas —intenta hacerla sentir culpable, pero Ellie sonríe con ironía.

—¿En serio? —se cruza de brazos ligeramente—. Yo creo que has jugado con nosotros.

—¿Por qué iba a hacer eso?

Claire tarda unos tres segundos en responder, y como su compañera taheña le dijera, en caso de que no estuviera mintiendo, habría respondido al menos en un segundo, pues no necesitaría pensar una respuesta a esa acusación. Que lo haga ahora, significa que es consciente de que los estaba manipulando. Ellie agradece en su mente que Cora le enseñase algunos trucos de análisis del comportamiento, pues los encuentra en extremo útiles.

La Verdad tras la Justicia (Broadchurch)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora