Capítulo 28

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El día siguiente, el jueves, 30 de mayo, apenas ha amanecido, la abogada de Joe Miller, Sharon Bishop, está charlando animadamente con Abby Thompson, su socia y compañera, para así, decidir cómo proceder en su alegato final. Al fin y al cabo, necesitan una mayoría de votos para conseguir le veredicto de no-culpabilidad que buscan.

—Necesito a tres que duden en el jurado —sentencia la letrada negra en un tono decidido, observando el amanecer en el horizonte, pues han pasado la mayor parte de la noche elaborando y trazando su última jugada—. ¿Qué candidatos tenemos?

—A la número 6 no le gustó Hardy —comienza a contarle la abogada de cabello castaño—: movía la cabeza sin darse cuenta. Este hombre estaba inquieto cada vez que Jocelyn se ponía en pie, como si no le interesara, y negaba con la cabeza al testificar Harper, además de mover el pie intermitentemente —añade, enseñándole el diagrama que ha dibujado—. Y este se carcajeó de tus chistes...

—No, esos me dan igual —niega la abogada tras darle una calada a su cigarrillo—. Si tenemos a tres de nuestra parte, no conseguirán un veredicto unánime ni por mayoría —explica en un tono factual, provocando que Abby la observe con una ligera expresión de resignación en su rostro, guardando su diagrama—. Por cierto, ¿cómo supiste que debíamos comprobar su cuenta conjunta? —cuestiona, apoyándose en la balconada de la terraza en la que se encuentran, habiéndose girado hacia su socia.

Ésta le sonríe algo incómoda, pues esperaba no tener que contárselo. Pero dadas las circunstancias, se dice, puede que sea lo mejor, ya que les ha conseguido un buen punto a favor. Tras carraspear, abre la boca, procediendo a contarle a su socia y jefa lo sucedido con Oliver Stevens.

—Vale... ¿Conoces al chico que trabaja en el periódico local? ¿El sobrino de Miller? —observa que su jefa asiente tras darle una calada al cigarrillo, realmente interesada en su respuesta—. Tal vez me acostase con él...

—¡No...! ¡No me jodas! —Sharon está, para su sorpresa, gratamente sorprendida, y se carcajea sonoramente, contagiándola en el proceso—. ¡Espero que se lo hicieras pasar bien! —exclama entre carcajadas, y Abby abre los brazos en un gesto que quiere decir: «es evidente que sí».

No es que Bishop aprecie ese tipo de estrategia para conseguir información, pero debe admitir que, al menos en esta ocasión, la naturaleza algo caótica y volátil de Abby ha sido de gran ayuda para su defensa. Es hora de darle los últimos coletazos al caso. Es el momento de preparar su última jugada... Y acabar a lo grande.


Por su parte, Jocelyn, está en su casa del acantilado revisando el perfil de todos los miembros del jurado, para así, advertir quien podría estar de su parte en su alegato final de dentro de unas horas, pues debe conseguir convencerlos de la culpabilidad de Joe Miller. Necesitan, por lo menos, una mayoría de siete votos para conseguir el veredicto de culpabilidad. Ben Haywood, su socio y compañero de fatiga, está con ella, repasando qué miembros del jurado parecían estar de su parte.

—Este está a tu favor —señala a uno de los miembros del jurado, el cual han dispuesto en un papel, pegado a una de las ventanas de la sala de estar. Jocelyn lo rodea con un rotulador azul fosforito—: se acomoda y sonríe cuando te levantas para hablar —advierte en un tono suave, antes de continuar observando su esquema, con las siluetas de los distintos miembros del jurado—. Esta mujer se conmovió con el testimonio de Harper y no paraba de negar en el interrogatorio que le realizó la defensa —señala, y la abogada de cabello rubio-platino asiente, señalándola también con el rotulador.

—Estupendo...

—A esta mujer sin embargo, no le impresionan las pruebas policiales —el abogado rubio de ojos azules señala a otro de los miembros del jurado, y cuando habla lo hace en un tono ligeramente nervioso—. Te costará bastante ponerla de nuestro lado —la abogada de ojos verdes la señala con decisión, pues pretende convencerla para que crea en su versión de los hechos, y por tanto, en la culpabilidad del acusado. Ben por su parte, observa a su jefa y compañera a través de los cristales de sus gafas con algo de lástima—. Jocelyn, siento lo de tu madre —finalmente se decide a darle el pésame, pues algunos pocos allegados a la letrada, así como el pueblo de Broadchurch, se han hecho eco de la noticia.

La Verdad tras la Justicia (Broadchurch)Where stories live. Discover now