Capítulo 1

1.6K 102 15
                                    

Aaron García

—¡Oye, tú, libritos! ¿Por qué no hablas? ¿Eh? ¿Te comió la lengua el gato?  

En lo único que pensé al escuchar esa voz fue: ¿por qué no traje los auriculares? 

—¿Entonces no hablas o qué? —insistió con fastidio intencional. 

Aleje mi vista del libro para alzarla hacia el dueño de la voz masculina e insoportable. 

—Ah, pues, por lo que se ve no eres sordo. 

Por la culpa de este gigante siento todo mi jodido cuerpo rígido, ¿qué mierda le sucede?  

—O sea, ¿no me responderás? 

Oh, que cosa más inesperada, un estereotipo siendo originalmente observador, jamas llegaría a pensar que este tipo tendría esas conclusiones... pero seguramente estoy generalizando cruelmente, técnicamente siendo un idiota como él, que malvado. 

¿Qué carajos quiere que le diga? 

—¿Hablas o... no hablas? 

¿Se supone que esto es gracioso? ¿Por qué sonríe? ¿De verdad esta gozando de burlarse de mi? ¿En serio? 

—Sí sé hablar. —Decreté fríamente, sin aumentar con exageración mi exasperante voz. 

—¿Y... tampoco eres sordo? —por Dios. 

Volteé mis ojos evitando dar un evidente resoplido de: me estas desesperando. 

En realidad tengo ganas de pegarle. 

—Supongo que dadas las evidencias, tampoco soy sordo... lamento que te hayas mareado. 

El idiota con síndrome de Ricitos de Oro endurece su mandíbula al escuchar lo último y clava determinadamente su mirada en la mía.   

—Muy listo... —entrecierra los ojos con una mueca de gran disgusto y sé que ya me está odiando por lo que él mismo inició—. Pero que sepas que no esta mal socializar ¿sabes?, al menos podrías comprobar que tienes personalidad —dijo con algún sinónimo de desprecio. 

Aprieto mis dientes abriendo las fosas nasales y siento como el calor crece por mi nuca. Quizás mirar asesinamente este vinculado con lo patológico, pero es que el cabrón acaba de decirme sin eufemismos lo que piensa mi papá. 

Yo solo quería leer tranquilo, sin putos rubios merodeantes que aseguren su idiotez. 

—Prefiero dedicarme a evitar a las personas con propensión a fastidiar la tranquilidad de otros solo por falta de ingenio al buscar mejores formas de entretenimiento, no quisiera contagiarme de idiotez. 

Dicho eso, cerré el libro, tomé la mochila, me puse de pie para hacerle frente unos cinco segundos y comprobar que me saca media cabeza y ochenta metros de hombros. 

Comencé a caminar hacia otro banco que no este poblado y por supuesto que estoy cagado hasta las patas por si viene a machacarme el don "voy al gimnasio". Pero supongo que no moriré golpeado porque pude seguir leyendo y sin nadie que me joda, especialmente ningún rubio.  

***

No diré que soy de esos adolescentes que odian al mundo y tienen cara de pocos amigos todo el tiempo, porque en realidad solo soy exageradamente serio y desgraciadamente es medio difícil hacerme sonreír. 

Tampoco soy tan sarcástico e irónico, no creo ser vengativo o que me satisfaga el sufrimiento de los demás. Ni siquiera digo tantas malas palabras como las que pienso. 

Norte & SurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora