Capítulo 29

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"Tell you I'm sorry"

Aaron García 

Ha pasado una semana desde el funeral del padre de Miqueas.

Estuvo... bien para ser un funeral. Hubo mucha gente, varias personas hablaron sobre Neil, el día se mantuvo soleado y me aliviaba recordar haberlo visitado, quizá fue como un adiós, pero al menos yo lo había saludado. 

Cuando Miqueas se había ido de mi casa, Julia decidió irse para dejarme espacio y llegó mi papá, solo pude abrazarlo y llorar como niño, después me entere sobre el fallecimiento, todo tuvo sentido y me lamente aún más. 

En el funeral, Miqueas se mantuvo serio, seco, ajeno a todo y lo comprendía, y a la vez me sentía culpable... me siento culpable, porque no sabía ni sé como dejar de tener miedo e ir para dejar que recaiga en mi. 

Durante estos días no salí a ninguna parte, en pocas palabras, me encerré en mi cuarto a simplemente leer. Por eso Soff vino ayer para ver cómo estaba (porque es la mejor amiga que cualquiera podría querer) y hablamos sobre el rubio... y de lo que yo debería hacer. 

Porque sé lo que tengo que hacer, todos a mi alrededor lo saben, pero soy un jodido cobarde... soy un puto egoísta que le teme a todo y no piensa empaticamente. 

Soy un imbécil. Exactamente eso. 

La puerta sonó deteniendo mis pensamientos. Mi abuela se adentró con una mueca y expresión referente a: sigues deprimido y leyendo aquí

—Aaron... ¿aún tienes el pijama?

Baje mi vista hacia mis prendas y en definitivo, todavía no me había cambiado. 

—Estás así hace días niño... mira este desorden... —dirigí mis ojos hacia toda la habitación. Sí, es un desorden—. Sé que estas triste, en verdad lo sé... pero eres valiente Aaron, lo eres. Solo debes creerlo... él único que te lo impide eres tú. —Se detiene para verificar si ha hecho algún cambio y como no es así, resopla poniendo sus brazos como jarras—. Como psicóloga y como tu abuela, te advierto que si no haces nada el día de hoy, agarraré todos tus libros y se lo regalaré a cualquier persona que me lo pida, sea para usos sensatos o no. 

Así dicho y sin tiempo de replicar, se marcha de mi habitación sin paciencia. 

—Y el almuerzo está listo por si tienes hambre. 

Avisa regresando para luego volver a dar un portazo. 

Suspiro antes de dar vueltas en la cama y estirarme. 

Me irrita afirmar que ya he hartado a la abuela y conociéndola, sé que sería capaz, en serio, lo haría, vendría a mi habitación, agarraría todas las cajas llenas de libros y se las regalaría a personas con propósitos como leer, o crear una fogata. Técnicamente debería de temerle, pero no lo hago, sino, más bien, entro en una lucha interna conmigo mismo. 

Sé que debo levantarme, lo sé, lo sé, lo sé. Sé que debo ducharme, lo sé, lo sé, lo sé. Sé que debo ordenar el desorden, lo sé, lo sé, lo sé. Sé que debo hablar con Miqueas, lo sé, lo sé, lo sé

Paso mis manos con frustración por toda mi cara y todo mi cabello. 

¿Por qué soy tan cobarde? 

¡Levántate! 

La abuela nos acaba de amenazar. 

Piensa en Miqueas. 

Levántate. 

Norte & SurWhere stories live. Discover now