Capítulo 17

463 50 8
                                    

Miqueas Weber

La dificultad que me da Aaron para tratar de solucionar las cosas me desespera porque ni siquiera sé que mierda hice para cagarla, o sea, en verdad no es una gran ayuda que "no quiera hablar". 

¿Qué carajos hice? ¡¿por qué nadie me responde?! 

¡¿Por qué AARON NO ME RESPONDE, ni me habla, ni abraza ni sonríe?! 

Esta angustia me saca todas las ganas de masturbarme y por eso me siento estresado, el amor me estresa, mejor dicho, el solo hecho de no tener a Aaron me estresa. 

Odio todo. 

***

Aaron García 

Falta una semana y esteremos de vacaciones. Así de glorioso se escucha. 

En realidad solo voy a la escuela a hacer nada, ya que rendí bien los exámenes finales y los únicos que se ven estresados por estudiar todos los temas dados en el año son los que no quieren repetir el año por inasistencias o vagancia. 

Lo bueno es que no me aburro ya que en la mayoría de materias las comparto con alguno de los chicos del grupo de biología, parece que me integraron un poco más porque me hablan como si fuéramos... amigos, ¿somos amigos? La verdad es que no tengo idea, pero me caen muy bien, si soy sincero más de lo que esperaba y no me molestaría en lo absoluto seguir juntándome con ellos. 

Por estas cosas me siento muy tranquilo y purificado viendo la ventana portadora de la iluminación de mi cuarto, lo malo es que no me siento muy bien, mi cuerpo se siente totalmente adolorido, tengo mocos y la garganta rasposa por una puta alergia... ahora que lo pienso, suelo decir muchas malas palabras en mi mente... quizás algún día me rebele y las suelte sin ningún problema, como: "eres un hijo de puta si no tiras el maldito chicle en el jodido tacho de basura" o "aleja tus asquerosos ojos del maldito imbécil de Miqueas". 

Yo, el menos malote.

Tal vez mi seriedad y tranquilidad sean una mascara... de cualquier forma, me dedicaré a dormir, ¿Qué más puedo hacer? Me siento para la mierda como para salir con los chicos y ya comí. 

Mientras me acomodo en el amor de mi vida llamada cama, mi progenitor entra en mi refugio. 

—¿Cómo te sientes? —se acerca para tocar mi frente y verificar si no tengo fiebre. 

—Bien... o maso menos. 

—¿Te tomaste lo que la abuela te dio? 

—Sí... 

—Que obediente —lo miro con algo de sorpresa al notar que bromeó. 

Veo sus hoyuelos marcados y luego se sienta en el borde de la cama. 

—¿Quieres que te traiga algo? 

—No... estoy bien —me siento apoyando la espalda en la cabecera. 

—¿Te sigue doliendo la cabeza? 

—Ya no. 

—Mhm... ¿Entonces todo en orden? 

—Claro. 

—Y... ¿Por qué ya no viene Miqueas? 

Agarro otro pañuelo para sonar mi nariz y pienso en que responder. 

—No lo recuerdo... 

—¿Se pelearon? 

—No, pero tengo alexitimia. 

Norte & SurWhere stories live. Discover now