Capítulo 5

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Aaron García

Hoy resulto ser un día demostrativamente soleado. 

Me despertaron los rayos solares y me gusto la sensación de saber que podía seguir durmiendo ya que es sábado, lo lamentable era darme cuenta que tenía caseres. 

Mi habitación se convirtió en una gran prueba de que la última semana mi lado masculino y desordenado se hizo presente. La abuela me dijo que ella podía limpiar, pero me negué porque... no lo sé, me gusta darme a saber que tengo mis cosas en control. 

Limpié la biblioteca, el escritorio, la ventana; doble, guarde y puse a lavar ropa, hice mi cama y limpié el suelo. Luego de eso, verifique si tenia alguna tarea y como no fue así, me acosté en mi cama a leer el folleto sobre la academia de música que se encuentra atrás de la escuela. 

Se ve que hay muchas áreas, pero me detuve en la zona de música con el título de instrumentos.

No he tocado un instrumento o... tecla, desde mamá, supongo. 

Después de percatarme que me estaba aburriendo en las cuatro paredes de mi cuarto, decidí que tal vez podía disfrutar del día abajo del puente. 

Hay probabilidades de que Miqueas este rodando por ese sector, los últimos fines de semana hemos coincidido y como ya dejo de ser de mi desagrado, no me molestaría encontrarlo, a fin de cuentas, estoy aburrido, bueno, como lo es mi alrededor todo el tiempo. 

Al caminar bajo el cielo despejado, solo se logra sentir una brisa, pero mayormente se disfruta el comienzo del aroma primaveral. 

Una vez sentado sobre el banco blanco, continúo con la tercera lectura de la semana. 

—Últimamente eres como el aíre, estas en todos lados —creo que comienzo a reconocer la gravedad de esa voz y... que comparación más peculiar. 

Alejo mis ojos de las páginas para dirigirlas al chico que acaba de saltar sobre el asiento. 

—Hola —dijo brevemente escondiendo sus labios. 

—Hola —murmure copiando el gesto. 

—Pasaba tranquilamente por la calle 6 para dirigirme a la cafetería Bill's y comprarme un café con algo que incluyera chocolate, porque bueno, no es por presumir, pero amo al chocolate tanto como él me ama a mi... —es la definición de coqueto—, hasta que me detuvo un individuo que curiosamente se parecía a ti y pensé "ese chico se parece a Aaron, ¿será Aaron?" y llegue aquí para averiguarlo, verás que he dejado de lado al chocolate por la enorme incógnita —termina de hablar dibujando una sonrisa con dientes... wow, tiene muy buena sonrisa—. ¿Eres Aaron, cierto? —alzó una ceja castaña. 

Suspire mirando al suelo y volví a él para responder.

—Me has hecho entrar en duda. 

Miqueas soltó una risa nasal que me logró alzar las comisuras. 

El chico se acomodó mejor en el asiento y observó el lago. 

No sé por qué, de verdad no tengo idea, pero algo inconsciente me dijo que abriera la boca y preguntara lo que tengo ganas de preguntar cuando me contó sobre sus días malos. 

—Oye... —murmure audiblemente lo que ocasionó que sus ojos paren en mi—, ¿te.... puedo preguntar algo? —es hacer una pregunta, no tiene porqué preocuparme tanto.

—Claro —la mayoría del tiempo nunca parece preocupado. 

—¿Por qué el otro día me contaste de... tu mal día? —al oírme alzo ligeramente más las cejas. 

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