Capítulo 4

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Aaron García

Suelo dejar de aprestar atención al tiempo; si es muy tarde, si es muy temprano, cuando terminan las clases, cuando ceno, cuando me levanto, cuando me despierto, no me interesa sinceramente. Es como si mi cerebro inconscientemente supiera exactamente en que momento debo hacer cada cosa, es instintivo.

No tengo idea de cuantas veces he visto al chico rubio llamado Miqueas, pero me he percatado que en definitiva, le encanta sonreír.

Al principio seguía reinando la incomodad de mi parte y me sentía altamente tenso a lo que sea que quisiera decirme, ni siquiera le hablaba o sobre-pensaba que decirle, en una de esas pude haber nombrado algo tan estúpido como el saber que mis palabras de aliento estaban hechas a base del consejo de mi abuelo a mi prima. 

Sobre-pensar me da muchos nervios, ese es el resumen. 

Así que solo me limitaba a asentir, creo que me siguió cayendo mal hasta que su entonación de voz cambió, dejó a un lado la tajante y se comenzó a escuchar amable y simpático, hasta creo que coqueto, bueno, lo es, definitivamente.

Suele contarme como le fue en el día, los trabajos atrasados que debe entregar porque, por lo que se ve, no es tan aplicado o interesado en las responsabilidades escolares, excepto por matemática, física y biología, que son las únicas materias que parecen ser de su interés. Creo que le interesa la astronomía, dijo que están viendo ese tema en física y biología.

Me contó varias cosas del pueblo, donde se ubican algunas instalaciones, como es la gente y entre otras cosas.

Me habló de algunos de sus compañeros, me dijo que la chica que le gustaba se llama Hannah, que intentó interminables veces invitarla a salir, pero ella se negó cada vez sin excepción.

Luego me dijo los nombres de otros chicos, como Sofía, la cual dijo que era muy linda y le hace competencia en matemática; Lola y Lila, que son unas gemelas según él muy tontas, y que a veces lo acosan; Annette, la cual dijo que era muy bonita; Jazmine, la cual dijo que tenia un muy... buen... mhm... culo; Thomas, quien seria el novio de Annette; y Valentino, quien seria el novio de Jazmine.

Me comunicó que es un año menor y que, sin embargo, conocía a algunos chicos de mi salón.

La verdad, a ese chico le fascina hablar, en serio, es como si le pagaran por ello, no me molesta, solo que no había conocido a alguien que se empeñara tanto en darme a saber tantas cosas.

—Hola... —escucho la voz algo grave de Miqueas que me saca de mis pensamientos.

Saco mi vista del libro para encontrarme con sus ojos marrones. Murmuro un hola y cierro el libro con el separador.

Digo tantas cosas en mi mente y solo un seco hola al hablar. 

—Me estoy cagando de frío... —se frota las manos antes de colocarlas sobre sus labios para soplarlas con su aliento y darles calor—. ¿Cómo haces para aguantarlo? ¿Eres Superman acaso? —frunce sus cejas castañas curvando sus labios.

—Me gusta el frío —me encogí de hombros.

—Pues a mi no, en definitivo amo el verano... la primavera tampoco está mal —se incurvó y luego me percate que sobre su pelo rubio decoraba un gorro gris.

Después observe su vestimenta y curve mis cejas.

—¿Cómo piensas no sentir frío si solo llevas una chaqueta? —interrogue inusualmente.

—Claro que no... —negó como si fuera absurdo—, tengo un buzo y... una camiseta —alce una ceja expectante.

—Ese supuesto buzo no parece abrigarte... te enfermaras —sentencie.

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