Capítulo 38

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Aaron García

Seguramente esto fue una mala idea. 

Bueno, ES UNA MALA IDEA.

Definitivamente lo es.

¿Qué estaba pensando?

Es una locura. 

¿Por qué Miqueas es tan persuasivo? 

Los besos, fueron los besos, en el cuello, en el estomago y luego en...

Espera, concéntrate, no es momento de pensar en... eso. 

—Oye, estoy nerviosa, ¿qué hago? —Me pregunta Maia. También se ha animado a hacer una prueba para la academia, solo que ella la dará en arte. 

—No tengo idea, me encuentro igual. —Respondo mordiendo la uña de mi pulgar. Es como si me volviera a confesar a Mik.

—Mierda... —Murmura y se muerde el labio inferior—, bueno, hay que sacar nuestro lado más optimista... eso dice Zaid, esperemos que funcione. 

Asiento y regreso mi vista a la puerta de madera donde alguien en cualquier momento saldrá para llamarnos. Antes habían cinco chicos y los llamaron por el orden de inscripción. 

—Tú piensa algo Aaron, no es como que no quedemos, solamente daremos una demostración y si no llegáramos a saber nada también nos pueden enseñar, o sea, ganamos de cualquier forma.  

Bueno, tiene razón. 

—Buen punto... ¿tú qué tienes que hacer? 

—Me dijeron que puedo mostrar mis obras o hacer una obra en vivo. Como prefiera. 

—¿Y qué elegiste? 

—Ambas, no sé, soy indecisa. —Se encoge de hombros—. ¿Tú que harás? 

—Tocaré una canción de mi preferencia. 

—¿Cuál? 

La puerta se abre y sale el chico que había entrado. 

—¿Aaron García? —Un hombre busca con su mirada y me encuentra—, puedes pasar. 

—¡Suerte! 

—Igual tú. 

Me pongo de pie con las manos sudadas, el corazón agitado y el pecho en plena crisis. 

Hay que pensar optimistamente, hay que pensar optimistamente, hay que pensar optimistamente. 

TENGO MUCHO MIEDO, AYUDA.

—Bien... —una mujer se presenta en mi vista y se fija en una hoja—, Aaron. ¿Elegiste una canción? 

El hombre se para a su lado con más papeles en sus manos. 

—Sí —doy un asiento. 

—Excelente. Pues, no tienes que sentirte nervioso, esto es solo para ver cuáles son tus conocimientos, así que, no te preocupes. Simplemente queremos asesorarnos sobre los chicos y chicas que ingresan con un aprendizaje ya aprendido. 

Vuelvo a asentir y me muerdo el labio inferior. Le doy una mirada al conservatorio, al piano y me fijo en el aroma de limpiador de muebles. 

La mujer y el hombre me invitan a sentarme en el banquito del piano, me comunican sus nombres: Evelia y Mark, para que la adulta vuelva a hablar: 

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