Capítulo 22

504 51 28
                                    

Aaron García

Bueno, de vuelta al anterior pueblo, sin cabaña o piscina, pero al menos este tiene a mis abuelos. 

La cuestión es que mi papá está profundamente enamorado, en plan: sonríe mucho, los fines de semana desaparece, huele a perfume de mujer y la otra vez lo atrape escribiendo una dedicatoria en una carta azul con letras rosas... algo bastante curioso. 

Ni idea de como continuara nuestra relación porque, o sea sí, estamos bien, pero... siento que aún nos falta decir cosas. 

De cualquier modo, ni siquiera me dijo el nombre de su novia. 

Pues bueno, él de un lado y Miqueas de otro. 

A ver, toda la maldita cosa con el rubio es complicada, no comprendo nada; ni lo que siento o pienso, ni de mis acciones o las de él. Es horrorosamente confuso. ¿Qué se supone que sucede? 

Por lo que insinúa constantemente es que... le gustó ¿verdad? suele decir que teníamos algo, de acuerdo, esta bien, pero ahora, si eso fuera totalmente cierto, ¿él habría besado a esa chica? ¿lo habría hecho? 

Sé que Miqueas tiene un corazón enorme y que es una persona sumamente buena. Asimismo, no siento que sea una gran razón para que se distancie de su lado mujeriego, es decir, así es él ¿no?

Bueno, ni idea, lo único que distingo es que estoy muy enamorado. Dolorosamente confundido y perdido en todos los sentidos... etapas de la adolescencia, creo. 

Conclusión: mi papá y Miqueas son grandes dolores de cabeza. Lo peor es que tampoco la pongo fácil, demasiado estúpido para poder ser abiertamente sincero, o sea, que los hombres podemos llegar a ser fastidiosamente idiotas, totalmente culpable. Él que se salva es mi abuelo, quizás también Cody Fly o Andrew Garfield, o... Ed Sheeran y Justin Bieber, sin olvidar a Johnny Depp, aunque probablemente Tadashi Hamada sea el mejor tipo ficticio con forma audio-visual que se haya hecho nunca... supongo que ese personaje fue mi primera insinuación a que los chicos me podrían llegar a gustar, ja. 

Resumiéndolo un poco, necesito salir a correr.

Pensar insanamente debería clasificarse como algo trágico, obvio si tienes diecisiete años. 

***

Me detengo unos minutos por falta de aire y no sé, pero me agrada sentir como la energía de mis piernas se va agotando, es como decirle a mi cerebro "tranquilízate". 

Creo que ya puedo ir a casa, primero: para tomar agua, segundo: ducharme porque por si no lo sabías, soy la persona más asquerosa y sudada del puto mundo, (ya quisieras beber un shot de mi traspiración). Gracias a esto, hago una mueca degustada al ver mi camiseta, es más líquido que camiseta y está muy pegada a mi torso... que asco. Me la saco y voy marcando pasos hacia el camino de mi casa estirando los brazos, aunque me detiene un pequeño golpe en mi tobillo. 

Bajo la vista sin entender un carajo hasta que noto un skate abandonado. Por un momento pienso que están los chicos, pero al no escuchar sus voces, descarto la opción. 

—Disculpa... perdón... —pronuncia una chica de la misma altura que Jazmine. 

Al visualizar mi rostro, muestra una sonrisa ligeramente tímida. 

Sus pómulos se encuentran escondidos por pecas de color canela y parece estar bronceada. 

—Lo siento... —vuelve a disculparse y le entrego su skate—. Gracias... —muestra otra sonrisa cerrada y simplemente asiento. 

Norte & SurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora