Capítulo 20

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"Y es que no te has dado cuenta de lo mucho que me cuesta ser tu amigo"

Aaron García

Llegó el viernes y por desgracia el domingo nos iremos. 

La semana de dividió en: despertarnos a la hora que nuestro sueño quiera, comer mucho, estar en la piscina, broncearnos, salir y viajar a muchos lugares, caminar por el centro del pueblo, salir al centro sin Stella y Charles, jugar por el prado a lo que sea, caminar en el prado, correr en el prado (joder, amo el prado), hacer fogatas hasta la madrugada, conversar mucho, preguntar mucho, cocinar en la madrugada, comer en la madrugada, hacer bromas, hacer bromas en la madrugada, reír, reír en la madrugada, escuchar música, escuchar mucha música, escuchar música en la madrugada, no escuchar nada, tener momentos de puro silencio, mucho silencio, tranquilidad, paz, descanso, soledad, nada de soledad, sentirnos unidos, ver películas, hacer palomitas, ver películas y hacer palomitas en la madrugada, sacarnos fotos, sacarnos muchas fotos, hacer videos, hacer muchos videos (tengo mucho contenido en mi Instagram), sentirme bien, muy bien, mirar a Miqueas, desear a Miqueas, extrañar a Miqueas, anhelar a Miqueas, desear, extrañar y anhelar abrazar a Miqueas. No pensar, no pensar en nada, mantener en blanco mi mente, mantener callada a mi mente, en realidad no preocuparme. Vivir. 

Algunos chicos se están terminando de bañar y como cada uno se encuentra haciendo algo diferente, aprovecho para tomar una manta, llevarla al césped, cerca de la piscina y la zona de la fogata y recostarla para sentarme sobre ella.

No he tocado ningún libro de los que traje porque simplemente... no quise, tampoco tuve las ganas, es decir, no tuve que recurrir a ellos y creo que, eso es bueno. 

Amo estar aquí, solo... amo este lugar. 

Y las cosas con el chico que me vuelve loco están... bueno, no lo sé, nos miramos más de lo que hablamos y no sé... cada día está más bueno y devorable, pero... ya saben "cosas que jamas podrán suceder porque normalmente las cosas no pasan como queremos aunque las deseemos con locura". 

—Hola Aaroncito, ¿qué haces? —hablando del rey de Roma. 

—Hola... —murmuré jugando con el pasto y no tuve tiempo de dudar al dejarle más espacio. 

—Wow, me acabas de responder el hola, creo que estamos avanzando. 

Levanté mi vista para plantarle una expresión de: "¿es en serio?" y él solo mostró una sonrisa irónica. 

—¿Sabes lo que sucede contigo? —preguntó mojándose los labios como acostumbra—. Le tienes mucho miedo a esto... —nos señaló a ambos—. Le tienes tanto miedo, que ni siquiera eres capaz de hablarme, de acercarte siquiera y eso me está fastidiando como no te imaginas... 

—No le tengo miedo... —pronuncie en otro murmuro, a la defensiva. 

—¿Ah, no? ¿Entonces por qué gozas de no responderme o contestarme cada vez que te pregunto qué mierda hice para que te enojaras y detuvieras con lo que teníamos?

—No teníamos nada... —apreté los labios.

—Oh, ¿de verdad eso crees? ¿Lo que hacíamos no significaba nada? 

—No hacíamos... nada...

—¡Dios! —soltó una risa irónica y carente de gracia—. ¿Tú escuchas lo que decís? ¿De verdad piensas que los mejores amigos se abrazan como lo hacíamos? ¿Qué por el cariño amistoso casi se besan toneladas de veces? 

 —¿Por qué dices eso? —mis dientes comenzaron a doler de lo que los apretaba. 

—¡¿Decir qué, la verdad, las cosas que sucedían?!

Norte & SurWhere stories live. Discover now