Capítulo 7

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Aaron García 

Okey, okey, okey, okey, okey. 

¿Cómo procesamos esto? ¿Cómo...? ¿Qué...? ¿Por...? 

Me gusta. ¡Me gusta! ¡ME GUSTA! ME GUSTA. 

Me gusta Miqueas, Dios, me gusta, no entiendo cómo, pero lo hace, me atrae, me gusta y me confunde. 

¿Cómo puede...? 

Es mi maldito amigo. Mi único amigo en este jodido pueblo. Que encima es rubio... no sé que tiene que ver, pero lo es. Es rubio, tiene ojos marrones, es alto, tiene brazos enormes y una sonrisa... 

MIERDA. 

¿Qué se supone que debo pensar ahora? 

Es un chico. 

Nunca me ha gustado un chico en mis diecisiete años de vida. Tampoco me he sentido atraído ¿verdad? ... BUENO NO LO SÉ. 

Aunque... sé que él es diferente, con él todo es diferente

¿POR QUÉ?

Asumí estos... sentimientos... estas sensaciones... nuevas, ayer. 

A unos cuatro días después de decir que este suceso seria imposible. 

Estábamos en los trenes comiendo unas golosinas y riéndonos de las bromas de él, obviamente referidas al sexo o a películas, o canciones o comida o no lo sé, habla y bromea de muchas cosas, pero en fin. 

En un momento y no sé cómo, tiene mi mano, así nada mas, sostiene mi mano como si fuera una bruja a punto de leer mi futuro, como si estuviera a punto de apropiarse de ella. 

En un instante me percate que ya no estaba sonriendo, ni él, ni yo. 

Su mirada intensa se encontraba sobre mi palma y dedos.

De repente comenzó a trazar lineas imaginarias sobre mi mano con delicadeza, con dedicación, con concentración. 

Me sentí hasta hipnotizado y... asustado, ¿qué se suponía que estaba haciendo? ¿y por qué me provocaba tantos escalofríos?  

La acariciaba y observaba tan detenidamente y no lo sé, no podía dejarlo de mirar. 

Y ni hablar de la taquicardia, de los nervios, del calor en mi rostro, de mis mejillas rosa intenso, de mi transparencia corporal. Mi vientre cosquilleaba como si fuera la ultima vez que lo hiciera. 

Sigo sin entender porqué pasa eso. Solo sé que mi cuerpo es un traidor. 

Cuando me di cuenta que mi cuerpo era un descontrol, su mirada recayó en mi. 

Su intensidad aumentaba todo tipo de sensación. 

Me sentía expuesto, me sentía descontrolado, me sentía extraño, asustado, ¿dónde me podía esconder?  

Sus ojos se internaron en los míos de una manera posesiva. 

Pero nada dura para siempre y eso conllevo a que él se percate de mi transparencia corporal, por ejemplo, mi sonrojo intenso. Bajó su vista de mis ojos para observar lo que restaba de mi rostro y sonrió, como siempre, pero no dijo nada, de verdad le agradecí a Dios por eso. También por haber hecho que soltase mi mano. 

Nadie dijo nada después de eso, pero ¿qué podía decir? 

Todo fue un poco horrible para mi en ese momento. 

Fue un poco horrible y aterrador y aparentemente me gusta un chico. 

Y negarlo no me sirve. 

No me gusta sentir. 

Norte & SurWhere stories live. Discover now