Capítulo 3

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Aaron García

A veces siento que soy inconsciente de las cosas que hago, porque son tan rutinarias que no necesito aprestarles atención para hacerlas, como levantarme, lavarme los dientes, desayunar e irme a la escuela.  

Me gustaría decir que las mañanas no se sienten como solo eso, sino, nuevos despertares que me motiven a sentir cosas nuevas cada día. Pero, todo sigue tal como quedó, tal como volvió a empezar. 

Nos mudamos, nos acomodamos y volvimos a la rutina de antes, solo que ahora con los abuelos, que, por cierto, se adaptaron muy bien con nosotros, con nuestra monotonía, tal vez solo la ignoran y siguen en lo suyo, por eso nada se siente distinto. 

Este día se mantuvo nublado aparentando que llovería, no me importo a la hora de ir abajo del puente en donde el chico rubio llamado Miqueas volvió a aparecer.  

El chico se sentó nuevamente sobre los escalones, se acarició la nuca y parecía decaído. 

—Hoy tampoco fue un buen día... —dijo mirando al suelo.

Dude en un instante en si debería preguntar... no le tienes que tener miedo al hecho de preguntar una cosa Aaron. 

—¿Se puede saber... por qué? —dije casi murmurando. 

Miqueas suspiró y siguió cabizbajo. 

—La chica que me gusta tiene novio... no debería de molestarme, jamás podría quererme... solo me hubiese gustado que me mire como la miro. —Dijo desilusionado.

No tengo idea de que decir para alivianar esa desilusión, mi experiencia en el amor es nula. 

¿Qué puedo responder? ¿Tendría que decirle algo? 

Bueno, recuerdo que una vez el abuelo le dijo a mi prima que en el amor hay que tener paciencia por demasiado motivos como... "¿Encontrar a la persona indicada?" "¿No parecer un desquiciado desesperado en busca de amor?" ¿Será eso?... Ni puta idea. 

—Algún día... alguien te mirará como te gustaría que te miren, solo tienes que ser... paciente y encontraras a esa persona... se ve que ella ya la encontró... —hago una mueca insegura por no saber si estoy diciendo las palabras correctas—. No te preocupes si no eres tú, es solo... paciencia.

El chico hizo una pequeña mueca, luego asintió mirando el suelo.  

—Tal vez tengas razón... —subió su vista—, se ve que sabes sobre esto.

Bueno no, solo apresté atención a mi abuelo mientras alentaba a mi prima por pura casualidad. 

De hecho, creo que mis palabras tuvieron un buen resultado, el chico está sonriendo, gracias abuelo. 

—En realidad no. —Sí... soy así de cortante. 

Igual no quedaba tan bien admitir que cite de cierta forma a mi abuelo. 

—¿En serio? Sonaste como si tuvieras gran experiencia —dijo con un poco de asombro. 

—Bueno... nunca tuve una relación —confesé encogiéndome de hombros aún con el libro que leía sobre mis muslos. 

Nunca tuve una relación, pero tengo a mi abuelo. 

—¿Nunca te enamoraste? —preguntó alzando una ceja castaña y mostrando una sonrisa ladina. 

—Creo que no... —negué severamente, reitero que el del enamoramiento es mi abuelo—. ¿Tú? —me acaba de decir que la chica que le gusta tiene novio y eso le pone mal... Aaron eres un ídolo ¿alguna duda? 

—Tampoco, no creo haber sentido... "los síntomas del amor" o esas cosas—contestó restándole importancia a lo último. 

—¿Síntomas del amor? 

No sé nada sobre amor, o como interpretarlo, ni siquiera lo que significa esa palabra, eso lo sabe mi abuelo... pero si me detengo a pensarlo solo salí algunas veces con Eva y eso creo que fue lo más cercano a un romance adolescente que tuve.

Igual, esos supuestos síntomas o no sé... ¿Qué se supone qué hacen? ¿Y por qué la pregunta le sacó una sonrisa? 

—Los síntomas del amor, alguien una vez me dijo que cuando uno se enamora tiene síntomas que lo comprueban —llevó sus manos atrás de él para apoyarse sobre el suelo liso de las escaleras. 

—¿Y cuáles son los síntomas? —¿te enfermas o algo? 

—Bueno, son algunas estupideces que se presentan cuando ves a esa persona... como, no lo sé, cuando estas cerca de esa persona te descontrolas, a veces sientes como tu corazón late muy rápido o sientes un hormigueo en el estómago... sientes calor en tu cara al verla... supongo que también piensas todo el tiempo en esa persona sin intentarlo pareciendo que te vuelves loco, te pones algo nervioso bajo su presencia y probablemente te hace sonreír como estúpido.

Enumeró cada cosa y observe cada gesto que hizo; su mirada se transportó de mi al lago, se rascó apenas la barbilla, luego se acarició el cabello, su mirada quedó en nuestras zapatillas y habló con un tono burlón. 

Solo escuche y observe hasta que me di cuenta que terminó de hablar.

—¿No... eh... te descontrolas cuando estas cerca de esa chica? —la verdad me da curiosidad, tal vez él sí está enamorado de esa chica, pero no se da cuenta.

—No, no me descontrolo... pero ya está dejando de ser de mi interés, tiene novio y ellos si están muy enamorados, era muy probable que terminarían juntos —pronunció lo último acariciando nuevamente su nuca. 

—Entonces, ¿eso es bueno? —lo saque de sus pensamientos y me miró, rió, supongo por mi incredulidad.

—Sí, se podría decir que lo es... en fin Aaron, debería irme, nos veremos mañana —se levantó, sonrió y se fue.

Entonces, cuando me enamore ¿sentiré esas cosas?... bueno, da igual, seguramente el abuelo lo sepa... de cualquier modo, me iré a casa, demasiado aire fresco.

Al llegar, la abuela se encuentra cocinando, el abuelo seguro está durmiendo. Saludé a mi abuela y subí a mi habitación.

Cuando la rutina del día acaba, me acuesto en mi cama pensando que se sentirá padecer "los síntomas del amor" que nombró Miqueas. 

Suena algo extraño. 

Norte & SurWhere stories live. Discover now