Capítulo 8: Noche de chicas

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Mikey se había dormido sobre ella. 

Se aferraba a su torso como un niño pequeño, incluso creyó sentir su baba mojándole toda la ropa.

Lo tiró al pasto cuando tuvo oportunidad, fue Baji fue quien la encontró revisando los signos vitales del rubio.

Oh no

—Tú y yo tenemos que hablar.

—¿Quieres dejar a tu capitán en el frío mientras te entretienes? Muy mal, Keisuke. Pésimo.

Él rechisto y cargó con el rubio hasta dejarlo sobre unas sillas en la sala de espera.

—¡Muy bien, mi labor está lista! Nos vemos~

Él la agarro de la cola de caballo, tirando de ella hacia atrás.

—¡Keisuke! —chilló lanzándole un manotazo—, eres un bruto. Así no se trata a las niñas.

—Tú no eres una niña —se rió—, eres como la mascota de Rumpelstiltskin.

Lúan lo empujó haciendo que la cabeza de Mikey por poco tocara el suelo, Baji la insultó y volvió a acomodar al rubio en los asientos al costado. 

—Me la debes por haberme colgado —añadió —, y por no saber de ti en 5 años. ¿Italia no tiene celulares?

Lúan sabía que si se lo negaba le creería, lo que le pareció muy gracioso de imaginar.

Suspiró.

—Quería dejar esto atrás —le confeso inclinándose en la silla—, quería... empezar de nuevo.

—Y te arrastraron de nuevo aquí —adivinó el pelinegro chasqueando su lengua—, vaya suerte la tuya.

—No te enojes. No llame porque no me gustan las relaciones a distancia. Emma y tú lo deben saber más que nadie.

Él le frunció el ceño, inclinándose un poco hacia ella.

—Sí, lo sé —Lúan le frunció cuando inclinó un poco su cabeza, examinando su rostro—, no te hirieron.

—Por supuesto que no —le dijo pasando mechones de su cabello detrás de su oreja, un poco cohibida por tanta atención. 

—Así que sí te metiste en esa pelea.

Maldita sea.

—Me refiero —dijo rápido—, no me hicieron nada porque estuve detrás de los amigos del rubio patito. To-

—Deja las excusas. No te van en absoluto.

Frunció los labios a modo de protesta, pero terminó suspirando otra vez.

—Si no hacia algo... si no me metía Draken...

—Debiste esperar. Smiley y yo íbamos para allá.

—No podía... —susurró mirando a otro lado —, esperar a que alguien más viniera, no podía hacerlo.

—Impaciente —la regañó él dándole un golpe en la cabeza sin fuerza alguna—, ¿cómo es Italia?

—Sus edificios son hermosos —reconoció, sintiéndose un poco más aliviada por el cambio de tema—, Italia es la clase de lugar donde me gustaría quedarme a vivir.

De pronto su pelinegro amigo frunció las cejas.

—¿Y qué te detiene? ¿Por qué volviste si quieres regresar?

Le sorprendió su tono brusco, luego sonrió al darse cuenta de la vena que palpitaba en su frente.

—Aún tengo asuntos aquí —le recordó, empujándolo levemente con su brazo—, pero cuando los solucione los llevaré conmigo. A Emma y a ti.

El resurgir del fénix | Manjiro x OC |Onde histórias criam vida. Descubra agora