4. DiDi cuida a GeGe

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—Fuiste rápido ¿Nadie te siguió? —lo dejó pasar.

—Absolutamente nadie —se quitó la gorra negra y el cubrebocas que ocultaba muy bien su identidad. Venía vestido por completo de negro. Ya no traía ni una pizca de maquillaje y se veía mucho más cómodo que hace poco en el auditorio.

—¿De qué querías hablar?

—Estás muy ansioso —miró el lindo cuarto de hotel, era una suite bastante amplia y cómoda. Fue directo hacia el frigobar y sacó un par de cervezas. Con nadie, absolutamente nadie tenía ese grado de confianza.

Los dos se sentaron en el sillón más amplio y cómodo de la sala.

—Me dejaste preocupado —se cruzó de brazos, sentado a su lado. El menor le extendió una cerveza, pero él declinó la oferta—. Sabes que no tomo.

—Claro que sí lo haces.

Sí, lo hacía, pero no era un buen bebedor. Se emborrachaba con la primera cerveza.

—No es momento, quiero saber qué es lo que tienes que decirme.

—Lo siento, no era mi intención preocuparte—sonrió ligeramente—. ¿No te quieres poner cómodo primero? —preguntó al notar que aún no se cambiaba y que además todavía traía maquillaje.

—Dime qué sucede —fue más severo—. ¿Estás bien?

Wang Yibo se conmovió. Su Zhan Ge nunca cambiaría, siempre preocupándose primero por él que por sí mismo.

Suspiró. Lo iba a soltar así, sin anestesia.

—Estoy muy preocupado por ti. No te ves bien.

Xiao Zhan frunció el ceño. Iba a refutar eso, pero el otro continuó.

—Y no me digas que estás bien, porque es una vil mentira —no le importó ser un poco rudo.

—No, no lo estoy —sonrió muy levemente de lado.

La sangre se le fue hasta los pies al otro. Xiao Zhan pudo ver cómo palideció.

—Pero no es algo grave —se apresuró a aclarar—. Fui al médico y me diagnosticaron anemia, algo de insomnio y… —se rascó la nuca, incómodo—… me dijeron que debía tomarme un descanso, unas vacaciones largas.

—¿Y por qué no te las tomas? —se exasperó.

—No puedo —fue muy sincero—. Literalmente no puedo, mi agencia no me lo permite.

La furia se apoderó del menor.

—Están abusando.

—Sabes que no puedo hacer nada.

—¡Déjame ayudarte!

—No.

—Pero… —fue interrumpido por la voz severa de Xiao Zhan.

—Tu carrera está en una etapa crucial, tu éxito va en aumento. Wang Yibo, no metas las manos al fuego por mí —fue muy tajante.

—Eso no lo decides tú.

El otro parpadeó desconcertado.

—Claro que sí. No voy a dejar que arruines tu carrera por ayudarme. El escándalo sería tremendo.

El escándalo, siempre el escándalo. Odiaba vivir en función a los posibles escándalos. Poco a poco se iba colmando su paciencia.

—Te prestaré a mi abogada para que termines con ese contrato.

—Sabes que no lo haré.

—¿Por qué?

—Porque de hacerlo… —suspiró—… si rompo ese contrato se perderán todos mis proyectos. Estoy por filmar dos películas y también participaré siendo el personaje de un videojuego, sin mencionar los comerciales de los patrocinadores y…

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