56. Juguetes

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—Espera, ¿Quién pidió todo esto? —cuestionó Xiao Zhan al abrir el paquete junto con su novio y ver la gran variedad de contenido.

Según recordaba, solo habían pedido unas cuantas cosas, no más de cinco o seis juguetes. Pero en la caja había varias decenas de cosas.

—Antes de terminar la compra, añadí varias cosas al carrito —no dejaba de mirar los artículos con bastante curiosidad.

—Yibo, ¿sabes para qué sirve exactamente todo esto? —lo miró con sospecha—. ¿Ya los has usado antes?

El aludido lo miró de reojo unos segundos y de inmediato negó con la cabeza.

Sospechoso.

—Oh por Dios —entre risas incrédulas y un gran asombro, Xiao Zhan sacó algo de la caja—. ¿Por qué compraste un dildo con forma de pene? —alzó una ceja—. Los dos tenemos uno.

Yibo no disimuló sus ganas de reír, le quitó el juguete de las manos y lo encendió.

—Sí, pero ni el tuyo ni el mío vibran.

Literalmente, Zhan Zhan se palmeó la cara con una mano, logrando que su novio se echara a reír como loco.

—Tu rostro entero está sonrojado —se burló el menor—. ¿Te da vergüenza hacer esto?

—Bueno, yo... sí —admitió al fin—. Debí de haber pedido legos —murmuró por lo bajo.

—¿Qué dices?

—Nada —suspiró y miró a su novio sacando los juguetes de sus empaques. Había todo tipo de cosas: vibradores de distintos tamaños y formas, plugs anales, uno que otro dildo, muchas cosas de las cuales no tenía ni la más mínima idea de para qué servían, y entonces encontró aquella caja que ambos habían pedido. La tomó entre sus manos y miró el contenido.

—¿Quieres usarlo hoy? —a Yibo le brillaron los ojos, en verdad esperanzado.

—¡No! Dijimos que sería algo tranquilo —tragó en seco, mirando ese kit de edición especial, las esposas que venían ahí se veían demasiado reales. ¿Eran de metal?

¿A quién engañaba? Se moría por usarlo. Cuando lo vieron en el catálogo los dos se detuvieron a observarlo con detalle, sorprendiéndose al ver que compartían la misma curiosidad. Nunca lo habían intentado, pero querían probar.

Por su parte, Yibo seguía sorprendido por ese lado ligeramente masoquista de su novio, nunca se lo imaginó así, pero le encantaba la simple idea.

—¿Y si usamos esto? —Yibo sacó un set de cuerdas especiales para bondage.

—¡No!

—¿¡Entonces qué vamos a hacer!? —se desesperó. Con el simple hecho de estar desempacando todos esos juguetes ya sentía una ligera presión en sus pantalones, y sabía que Xiao Zhan estaba igual, lo notaba a través de su ropa.

Xiao Zhan miró el contenido de la caja desparramado sobre la cama. Mentiría si dijera que conocía la función de cada juguete, pero miró uno inofensivo, lo tomó y sonrió de lado. Metió todo a la caja y la dejó en el suelo antes de abalanzarse sobre su novio y arrancarle la ropa.

—¿Ya te decidiste? —inquirió Yibo con una sonrisa pícara.

—Ya —le sacó la playera y Yibo le ayudó con los pantalones.

Comenzaron como de costumbre, con besos y caricias que rápidamente iniciaron un fuego difícil de apagar. Ambos estaban deseosos cual conejos en pleno celo. Sus pulsos se aceleraron al igual que sus respiraciones.

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