80. Yibo, Lay y Jackson

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No sabía cómo sentirse respecto a la situación. De lo único que estaba seguro era de cuán triste y decepcionado estaba.

Se había negado a hablar de frente con Yibo porque sabía que no soportaría descubrir alguna otra verdad, y porque sin poder evitarlo había comenzado a llorar. Por más que intentó, no logró contener su llanto, y aunque sus lágrimas se mezclaban con el agua, se notaba fácilmente que lloraba, pues sus ojos enrojecidos y cada vez más hinchados. Así que decidió que por nada del mundo le abriría la puerta, no ahora, no quería sentirse aún más humillado al exponer sus lágrimas ante él.

Haber visto ese video y escuchar de su propia voz que sí tuvo algo que ver con ella... lo destrozaba por dentro. Sí, no habían tenido sexo, pero casi lo habían hecho. El video era claro, las imágenes no mentían.

Esa tarde en el hotel, luego de que Yibo se fuera, tomó el baño más largo de su vida. No podía dejar de pensar, aunque lo intentara.

Fue hasta entrada la noche cuando decidió salir del baño, se envolvió en una bata y se tumbó en su cama a beber todo el alcohol que había disponible en su frigobar.

Fue una noche larga.

Cuando logró embriagarse un poco, no tuvo el efecto deseado. Su propósito era quedarse dormido y no pensar más, pero obtuvo todo lo contrario.

No durmió, no dejó de pensar, su tormento no se detuvo y solo logró llegar al aeropuerto a la mañana siguiente con una terrible resaca y una pereza insoportable.

Pero eso no fue lo peor. Llegó al aeropuerto con la seguridad de encontrar un vuelo para más tarde, pero no fue así. No había vuelos disponibles sino hasta el día siguiente.

Enojado, cansado y verdaderamente frustrado, regresó al hotel para quedarse ahí un día más. Se quedó en el cuarto, sumergido en sus sábanas.

El cuerpo entero le dolía. Ya había olvidado lo que se sentía luego de tener sexo intenso con Yibo. Sus caderas terminaban adoloridas, sus músculos cansados, y su piel llena de marcas difíciles de ocultar.

Ni siquiera quería entrar a las redes sociales, pues estaban saturadas con el chisme fresco de Yibo y su maravillosa novia.

Odiaba la situación. Sí, se estaba amargando mucho.

Su ánimo cambió un poco cuando recibió una llamada. Sonrió de lado al ver de quién se trataba y no dudo en responder.

—Hola.

—¡Al fin me contestas, hombre! Nos tienes muy preocupados, ¿te encuentras bien?

—¿Por qué no habría de estarlo?

—Xiao Zhan —murmuró con voz seria.

Él se quedó en silencio unos momentos y finalmente suspiró con pesadez.

—Estoy bien.

—¿Hablaste con Yibo? He estado llamándolo, pero no me responde las llamadas desde hace meses, creo que me odia.

—Fei Fei, él no te odia.

—Lo hace, porque tú y yo... bueno, nosotros... —fue interrumpida.

—Aun así, él nunca podría odiarte.

Ella se quedó en silencio. Ese era un tema que le preocupaba desde hace algún tiempo. Su primo, ¡su hermano! No soportaba su indiferencia, lo extrañaba demasiado.

—¿Y tú, Xiao Zhan? ¿Qué sientes por él luego de todo esto?

El aludido se mantuvo en silencio solo un par de segundos, conteniendo el aliento antes de decir con completa seguridad:

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