52. Propuesta Inesperada

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—Chico, ¿estás bien? —inquirió el señor Xiao—. Ten, bebe un poco —le extendió un vaso con agua.

El pobre estaba completamente sonrojado. De no ser por el hecho de estarse ahogando, estaría igual de pálido que su novio, a quien ya se le había pasado el ataque de tos.

Los habían visto durmiendo juntos.

—Estoy bien —tosió—. Gracias.

—Nos sorprendió verlos dormir en la misma cama —continuó su padre—. ¿En verdad pudieron descansar? —muy en su interior solo quería molestarlos y ver cómo reaccionaban.

—Wang Yibo le teme mucho a la oscuridad —dijo de pronto Xiao Zhan, con bastante naturalidad. Él ya había dicho antes que, en caso de que los descubriesen, diría eso. Sin embargo, Yibo se ofendió un poco, pero terminó admitiéndolo.

—Oh... ahora entiendo por qué en la primera noche que estuvieron aquí, la luz del cuarto de Yibo estuvo encendida hasta entrada la madrugada.

El pobre ya no sabía en dónde meterse por la vergüenza que sentía.

—Entonces... ¿Han estado durmiendo juntos todo este tiempo? —inquirió la señora Xiao con bastante curiosidad.

—Sí —respondió Xiao Zhan sin vergüenza alguna. Yibo no podía creerlo—. Es un miedoso cuando se trata de oscuridad e insectos —rio.

Yibo apretó puños y labios, quería defenderse y decir lo mucho que Xiao Zhan había insistido esos días para que durmieran en la misma cama, pero se contuvo al notar que esa actitud despreocupada y divertida con la que manejaba el asunto les estaba ayudando mucho, pues hacía que sus padres lo tomaran también con gracia y no con enojo por ser algo homo entre ellos.

—¿Vas a ir a trabajar? —inquirió Xiao Zhan al ver que su padre se veía muy formal para ser un domingo por la mañana.

—Sí, el equipo de marketing está teniendo problemas con la publicidad, el catálogo en línea aún no está listo y los clientes ya lo están pidiendo. Iré a ver qué puedo hacer —suspiró.

—Deberías dejar que ellos lo arreglen —dijo su esposa con seriedad—. Eres el dueño, no deberían hacerte ir a trabajar en domingo.

El señor rio y la miró con ternura.

—Cariño, precisamente porque lo soy es que tengo que ir.

Xiao Zhan se había quedado pensativo, mientras que Yibo solo sentía curiosidad sobre esa empresa. Su novio nunca le había platicado nada al respecto.

—¿Puedo ir contigo? Quizás pueda ayudar un poco.

Su padre lo miró con asombro, no se le había ocurrido antes.

—¡Sería excelente! Yo creo que nos podrías ayudar mucho —comenzó a emocionarse—. Pero... —miró a Yibo, recordando la visita de su hijo.

—No se preocupen por mí —dijo el aludido de inmediato.

—Se quedará conmigo —la señora Xiao tomó a Yibo por los hombros, con mucho cariño—. Ya veremos qué haremos toda la mañana, ¿verdad?

Wang Yibo asintió con una leve sonrisa. Su novio lo miró con preocupación, pidiendo su aprobación con la mirada, Yibo lo entendió y le respondió con una sonrisa un poco más amplia.

Eso había sido un sí.

Se veía bastante tranquilo por fuera, pero por dentro se estaba muriendo de nervios al quedarse a solas con su suegra.

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